Por Debbie Black // @muffin_in_flames
PH: Nancy Martínez

No hay palabras que puedan describir el impecable recital que brindaron en el Teatro Vorterix los integrantes de la banda finlandesa The Rasmus, agrupación que vino por cuarta vez a nuestro país. Compuesta por Lauri Ylönen, Aki Hakala, Eero Heinonen, Pauli Rantasalmi, Janne Heiskanen y Jarno Lahti, poseen en su haber casi 24 años de melancolía musical y rock alternativo, vetado por notas góticas y un estilo que va mutando como el tiempo en sí mismo.

La última presentación en nuestro país había sido en 2016 en el Teatro Flores y, a diferencia de esa ocasión, esta vez se sintió una sinergia entre los fans y la banda que nos dejó con ganas de que Lauri no pare de cantar, que nos siga transportando 14 años atrás con temas como In the Shadows o Sail Away.

El calor y la humedad característicos de nuestra Buenos Aires no impidieron que se haga una larga cola de fanáticos, pasando las dos cuadras completas y una fila aparte para los afortunados del M&G. Se abrieron las puertas a las 19 puntual y, para precalentar el show, Le Temps nos brindó una cálida bienvenida, sorprendiéndonos con Crawling de Linkin Park casi al finalizar.

Eran las 20:30 y la gente seguía entrando al teatro. Entre las filas, había fanáticos que pudieron asistir previamente a los anteriores recitales de The Rasmus y otros que los verían por primera vez. Como dato curioso, desde 2006 que la banda incluye a Argentina en sus tours, permitiéndonos formar parte de su evolución musical.

Para las 21, la ansiedad por ver a los integrantes de la banda se transformó en cantos del público, aclamando a Lauri. No tardaron en hacerse ver en el escenario, rompiendo el silencio con el nostálgico tema de First Day of my Life, destacándose la batería de Aki y la quimérica fuerza de la voz de Lauri, seguido de Guilty, del clásico álbum Dead Letters -2003-. Esta canción generó un coro impresionante por parte del público argentino que llenó Vorterix de emoción y nostalgia, pogueando en el estribillo, cantando a la par de The Rasmus: «-Guilty, I feel so empty!». En No Fear de Hide From the Sun -2005- se los notó muy involucrados en una experiencia extracorporal, donde público y banda fueron uno, sintiendo a la par una energía que no paraba de crecer.

Lo mismo sentimos en Paradise, de Dark Matters, el que fue el primer single de la nueva producción discográfica y uno de los tantos temas de una setlist que no paraba de generar sentimientos encontrados entre el público, que más allá de esperar lo nuevo de la banda también se deleitaba con cada canción clásica de la formación, viviendo esto muy fuerte en Time to Burn de Dead Letters. Immortal potenció a un público ya preparado para perderse en los singles del recuerdo y en la magia de los nuevos. Se veían los puños levantados en el coro, gente de distintas edades y contextos, mimetizados bajo el mismo grito de “Immortal love is breaking the one last bond”. Sin embargo, y acá es donde muchos fanáticos lograron una empatía que sólo se vive una vez, en el momento que presentaron Justify, las lágrimas que desbordaron Vorterix estuvieron cargadas de recuerdos del pasado, del presente, del futuro; quebrando el ritmo del recital, pausando los saltos, calmando la excitación del público. En este tema, se podía ver al público abrazándose con quien tenía al lado, a la fan que lloraba en consuelo musical, al fan que sostenía en brazos a la pareja, al amigo que le hacía el aguante a otro mientras con el celular intentaba captar el momento. Siguiendo la misma línea de emociones, Lauri cantó Nothing y este tema se destacó por los coros de Eero, quien fue el que dirigió la canción originalmente.

Wonderman, también de Dark Matters, fue el cuarto single que tocaron de su último álbum, el cual lleva el nombre el increíble tour que estábamos viviendo. Este tema presentó un The Rasmus completamente distinto al que era en Dead Letters, con una nueva introducción musical y un género que claramente mutó, de un rock alternativo a un rock más melódico. Esta canción, además, nos preparó para el acústico que la banda nos tenía preparado, en el que se sintió toda la calidez de su parte, con pequeños actos de demostración de afecto, desde la selección de temas, que fueron un mimo al alma hasta la bandera del club de fans firmada, colocada en el micrófono de Lauri, decorando el especial -tocaron Not Like the Other Girls, donde los celulares iluminaron cual encendedores, y Still Standing-. El ida y vuelta que hubo entre The Rasmus y su gente fue algo que no se vio anteriormente y que hicieron de este show algo único para todos. Para aquellos que se sabían las letras completas como pasó en Funeral Song, para los que se sabían los coros de F-F-F-Falling únicamente, para el que se saltaba todo en In my Life y para aquel que se lloraba la vida en Livin’ in a World Without You.

Cada tema que formó parte de este setlist de ensueño grabó un recuerdo en algún momento de la vida de cada persona que asistió ese viernes y fue por ese motivo, tan complejo y simple a la vez, que estuvimos ahí. En el caso de quien escribe estas líneas, eso pasó con In the Shadows. Ciertamente, en el preludio de la banda, esta canción fue la que inició a muchísimos en el fanatismo y haberlo vivenciado en el tour grabó en mi una versión de esta canción llena de vehemencia. Vorterix vibró al ritmo del pogo, llenándose de gritos aclamando un recital increíble que parecía no tener fin. Con tristeza, al no querer que termine el ensueño, recibimos en versión encore dos temas impactantes: Holy Grail de su última producción y, como broche de oro, Sail Away, del primer CD.

En total fueron 18 los temas que marcaron un antes y un después en ese viernes de noviembre, para los fanáticos de años y para los nuevos fans. Si todavía no escucharon nada de esta genial banda finlandesa, nunca es tarde para empezar. Tiene una recomendación de 10 muffins.