Por Leon Seb // @leon.seb
PH: Agustín Dusserre
Fin de año, nos saludamos entre todos, hacemos juntadas con los compañeros del trabajo, del colegio secundario, primario y hasta jardín con tal de tener una excusa para festejar o sólo pasar el rato distendiéndonos de la cotidianeidad.
Eruca Sativa no se salva y también tenemos una reunión con ellos, en el mítico Estadio Obras Sanitarias, con una ciudad más cerca del calor de enero, ya queriendo que el año se termine. Bajo la tutela del Isenbeck Rock N’ Chop y sus tres fechas en el estadio, Eruca se presentó el 9 de diciembre, como ya habían avisado –pueden acceder al link con la conferencia de prensa acá-, con una apertura diferente con la compañía de Hernán Jacinto Electric Trio.
Este trío puede ser catalogado como Nu Jazz y son una agrupación muy simpática compuesta por Andrés Pellican en el bajo, Pablo González en la batería y, por supuesto, Hernán Jacinto como tecladista. Algo no tan usual en un concierto de rock, pero excelentemente bueno. Darle la posibilidad a que los del “otro palo” se acerquen a algo igual de interesante, tres músicos humildes que se lucieron, con una técnica y alegría para tocar impresionante. Entre sonrisas disimuladas y repetidos agradecimientos, se presentaron al público un poco tímidos, pero con una media hora que, en mi opinión, les quedó chica.
El silencio de espera para recibir a Eruca Sativa daba una mezcla entre ansiedad y expectativa. Qué temas irían a tocar, cómo se iban a presentar, eran frases que daban vueltas por el campo mientras se congregaba más y más gente al pie del escenario.
Con una espera corta, Gabriel, Lula y Brenda aparecieron bajo una mística de coros y experimentalismo. Una introducción que dejaba paralizado a cualquiera por cómo la simpleza de tres voces puede quitar las palabras. Distorsiones armónicas hacían dejar helado a más de uno, sumado a un beatbox de Gabriel que provocó una sonrisa en varios espectadores. Sin más preámbulos, dieron comienzo a una fiesta que va a dar que hablar para todo un año.
La simbiosis que forma la banda es algo que no suele pasar tan seguido, como nos gustaría que pase, que no sea un solista o que alguien se robe el reflector. La suma de sus partes hacen que un show de ellos sea único. En otras palabras, son amigos.
La noche se congregó entre jóvenes y adultos por igual, todos disfrutando o hasta coreando los riffs de las canciones. A cada tema tenían una reacción diferente con el público entre miradas, sonrisas y agradecimientos, cosa que los hace genuinos y la gente contestaba con entusiasmo. Una lista de temas que pareciese cuidadosamente seleccionados hacía que nadie se canse de estar ahí. Cada una de las canciones comprendían al recital como si de un acto único se tratase, pasándole un trapo a esos temas como Para que Sigamos Siendo, Desátalo y Magoo, y poniendo en puesta los de su nuevo disco Barro y Fauna, con temas como Japón y Abrepuertas. Así, presentaron un popurrí de canciones que nunca dejaba de tener su identidad y su firma, dando escenas de euforia excesiva y llantos desconsolados.
Brenda controla muy bien las intensidades y las calmas, Lula alimenta la fuerza y los sentimientos, mientras que Gabriel adapta todo para que vivan en perfecta armonía con una naturalidad impresionante. Tan así fue la cosa, que estar con alguien del tamaño de «Machi» Ruffino parecía una zapada entre amigos -y debe haberse sentido así-. Asimismo, se pudieron divertir tocando cada uno en un rol diferente, la bajista como batera, la guitarra con el bajo y el baterista como un guitarrista frontman digno de ovación.
Eruca Sativa nos regaló un show que fue una celebración amena. Ellos se sienten a gusto con cada cosa que hacen en el escenario y eso siente también su público cuando los tiene enfrente. Que si tienen una falla o no, no se da cuenta nadie, pues lo importante es vivir con ellos el famoso “aquí y ahora”. Esta banda hace que vivas con el corazón en la boca y que valga cada segundo que estés ahí parado, saltando o gritando. Es de esos grupos y esos shows que no te querés perder y son, tanto en la calidad de músicos como humano, lo que te da orgullo pertenecer y decir que son argentinos.
¡Agradecemos a Agustín Dusserre por las fotos que acompañan la nota!
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