Review: Rockout 2017 en El Teatro de Flores (07-11-2017)

Review: Rockout 2017 en El Teatro de Flores (07-11-2017)

0 comments 📅15 noviembre 2017, 14:48

Por Juan Manrrique // @shinobinews
Ph: Braian Silva // Facebook

Devotos de una mala religión…

En el mundo existen infinidad de bandas Punk, pero son contadas aquellas que lograron trascender de tal manera que hoy son consideradas la «escuela» de TRES generaciones. Una de ellas es Bad Religion y el pasado martes, dentro del marco del festival Rock Out en un explotado Teatro de Flores, dio una clase magistral sobre cómo sostener una idea a través de los años manteniendo la fuerza y sin perder la capacidad de evolucionar.

Gente cenando en mesitas afuera de bares, chicos tomando una cerveza con amigos sentados en la vereda, otros reunidos alrededor de un auto con música a todo volumen: una postal típica de la tarde-noche del barrio porteño de Flores… un fin de semana. Pero ese martes había un motivo especial que ameritaba festejo: el festival Rock Out, que el año pasado trajo a Dead Kennedys y The Offspring, y ahora regresaba con Bad Religion a la cabeza.

El primer ayudante de cátedra que comenzó a preparar la clase fue Lash Out, que a las 19 se despachó con una lista de hits de todos sus discos, incluido el último, Futuras Nostalgias, elegido como uno de los mejores del año 2015 por la FM Rock and Pop. No queríamos quedarnos atrás del festejo de las bandas locales, de la felicidad de esta gente por poder compartir escenario con una banda de culto de la escena, así que unos días antes nos llegamos hasta el local de Honky Tonk en Palermo y charlamos con todos los participantes argentinos del festival, entre ellos los mencionados Lash Out. Si quieren leer lo que fueron las conferencias de prensa, no dejen de pasar por este link y tampoco por este otro.

Volviendo a lo que fue la apertura del Rock Out, la banda oriunda de Campana, al norte de la provincia de Buenos Aires, se presentaba con Buco -cantante y guitarrista- a la cabeza, acompañado por Buglio -guitarrista-, Dani -bajista- y Leg -baterista-. Después de girar a través del under por más de 15 años, la actualidad encuentra a la banda en la cresta de la ola, no sólo por el reconocimiento de la Rock and Pop sino también por haber participado del Rock Out 2016 y que su canción General Peace sea seleccionada como cortina del programa radial Mañanas Campestres, de FM Radio Pop, entre otras cosas.

A las 20 sería el turno del jefe de trabajos prácticos, el grupo con más empatía, tanto en el aspecto musical como en el ideológico, con Bad Religion: Eterna Inocencia. «Hace mucho tiempo que tocamos con la misma coherencia, con la misma propuesta, de igual forma que hizo Bad Religion, por eso es tan significativa la invitación para nosotros, y estamos muy agradecidos», declaraba días antes Guillermo Mármol, en las mencionadas entrevistas Shinobi News.

Sus seguidores, un gran porcentaje del público presente, también compartían ese sentimiento y se pudo ver reflejado en la fuerza del pogo, acompañado por la batería de Germán Rodríguez y el bajo de Alejandro Navajas, y la pasión de los coros, de la mano de las guitarras de Roy Ota y Javier Pesquero. Pero Eterna no es sólo música, es un mensaje, reafirmado constantemente por las letras e interpretación de Guille, de carácter poético como cuando entonó la melancólica Trizas de Vos o la bella A Elsa y Juan, o sociopolítico, como cuando desgarró su garganta con Cártago -secundado por Ale– o al erizar la piel de todos con La Risa de los Necios -en honor a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki– y su dedicatoria hacia Santiago Maldonado.

Aunque Guille expresara en conferencia de prensa que Bad Religion fue en gran parte causa de la formación de la banda, Eterna no se olvidaría de sus otros «maestros» y los honraría con proyecciones de fondo: «elegimos las imágenes de varios cantautores como Víctor Jara, Violeta Parra, Jenny Cárdenas, Mikel Laboa, entre otros, referentes de la canción de protesta y que hubieran sido muy buenos Punks. Gracias a ellos estamos hoy acá, y esta canción se remite a eso» y ahí nomás se largarían con Puente de Piedra, de su última placa Entre Llanos y Antigales -2014-.

Siempre cercanos a la lucha social, finalizarían con la canción Weichafe Catrileo –«guerrero Catrileo» en Mapudungún– escrita en memoria de Matías Catrileo Quezada, mapuche asesinado por las fuerzas policiales chilenas, y con una crítica hacia los medios masivos de comunicación que manipulan toda información cercana al homicidio de Santiago Maldonado: «¡vamos a llamarla ‘Guerrero Maldonado’ y vamos a continuar con su lucha!», profería la banda mientras un público enardecido apoyaba con los puños cerrados en alto y los ojos llenos de lágrimas. La clase estaba lista…

Eran las 21:30 cuando el profesor titular y cantante Greg Graffin, con su impronta tan característica, pateó a su alumnado en la cara con Recipe for Hate -del año ’93- y lo siguió con un encadenado bestial compuesto por Supersonic, Prove It y Can’t Stop, todos de The Process of Belief -2002-.

La venta de tickets para esta fecha se agotó los primeros días, motivo por el cual a las semanas -y para gloria de los que se quedaron afuera- se habilitó una segunda, con Ingobernables y Mamá Punk como teloneros. Sin embargo, a pesar de saberse que la capacidad del lugar ya había sido colmada, parecía haber el doble de gente y todos metidos en un tornado humano que no cedió ni por un solo instante en lo que restó de la noche.

Dejando de lado el disfrute del público, se podían percibir dos cosas, una buena y una mala, a primera vista –o a “primera escucha”, mejor dicho-: la primera, la buena, fue el excelente acoplado con la banda que logró el baterista Jamie Miller luego de la partida de Brooks Wackerman en 2016, convirtiendo a este último en el baterista más longevo de Bad Religion. Miller tuvo la oportunidad de demostrar su destreza el año pasado cuando arribaron a estas tierras dentro del Lollapalooza y nos dejó con sabor a poco. Pero para esta ocasión se lo mostró fluido y con una fuerza y velocidad que se tradujeron en un show visual y sonoro espectacular. Un reemplazo exacto y que dota de nuevos aires a la banda oriunda del sur de California.

La segunda, o la mala, fue el trabajo del sonido del lugar. Entre la saturación de agudos, la falta de planos, y la acústica del lugar se generó un efecto de retroalimentación que aturdió a más de la mitad de los fanáticos dejándolos con un zumbido en los oídos que perduró por horas –NdR: se hace una referencia al sonido del lugar, no a la ejecución de los instrumentos. El desempeño de las bandas fue sublime-.

Fuera de lo malo, el recital no dio respiro. La gente cantaba en cada oportunidad que tenía el clásico “olé, olé, olá, cada día te quiero más” emocionando a los músicos que se miraban superados por la situación. Tal vez como forma de devolución a tan cálida bienvenida ellos respondieron con un set list repleto de hits de las viejas épocas. Y no sólo eso, sino que lo hicieron demostrando sus casi 40 años de trayectoria pero con una dinámica y potencia que cualquier joven de 20 años envidiaría. Así le sucedieron New Dark AgesNew Maps of Hell, 2007-, Do What You WantSuffer, 1988-, AnesthesiaAgainst the Grain, 1990-, Stranger Than Fiction -1994-, y I Want to Conquer the WorldNo Control, 1989-.

Era una completa fiesta, y si quedaban dudas se disiparon cuando el público le cantó el “feliz cumpleaños” a Graffin –había cumplido 53 años el día anterior- y recibió de regalo una camiseta de Argentina con su nombre y el número 10. El agradecimiento en este caso vino acompañado de 21st Century -Digital Boy-, Fuck You -única canción que tocaron de su última placa True North, de 2013-, The Streets of AmericaThe Gray Race, 1996-, Social SuicideThe Empire Strikes First, 2004-, y un bloque homenaje al disco No Control de 1989: Change of Ideas, Big Bang, Sanity, Henchman, y obviamente el tema que dio nombre a la placa.

La agrupación se completó con los guitarristas Brian Baker –con una particular remera con la cara de Donald Trump y la frase “cerdo racista”- y Mike Dimkich –antiguo guitarrista de The Cult-, y con el bajista Jay Bentley que no paró de correr de un lado al otro del escenario en contraposición con sus compañeros. Bad Religion es una institución en sí misma, que tiene varios títulos como ser los creadores del Punk-Hardcore melódico y que sus discos aparezcan entre los álbumes más trascendentes en la historia del Punk, sólo por mencionar algunos. Verlos por quinta vez y experimentar algo nuevo en cada una de ellas sólo da una pequeña muestra de quienes son, pero en esta ocasión, al igual que muchos, estoy en condiciones de afirmar que fue su mejor recital al día de la fecha sobre territorio argentino.

Luego de Wrong Way KidsThe Dissent of Man, 2010- y Los Angeles is Burning, el maestro preguntaría “Esta nocheu es una fiesta, ¿nou?” a la vez que pedía a la clase que dejara un espacio libre en el centro y que lo acompañaran con el recitado. Las luces se encendían en un rojo furioso mientras cientos de personas, desde adolescentes a aquellos que bordeaban los 40 años, formaban un círculo y cantaban Overture. Todos sabían la masacre que se desataría ni bien la señal de Graffin diera inicio a Sinister Rouge. Y así fue, flanqueado por esa letra tan afilada que hace honor al logo de la banda y con esa actitud desafiante que siempre mantuvo a los Bad Religion lejos de lo “correcto” y más cerca del pueblo.

“¿Están cansados?” interpelaría Bentley al dar comienzo al último bloque y también el más nostálgico: Delirium of Disorder, Atomic Garden, Come Join usGenerator, You, Infected, y el infaltable Sorrow. Se pudo ver personas con los ojos llenos de lágrimas, otros abrazándose con extraños, a quien les escribe volando sobre la gente mientras no dejaba de tomar notas, a Guillermo Mármol de Eterna Inocencia e Ingobernables pogueando con su público, y demás ayudándose entre sí para el mosh o compartiendo bebidas para aplacar el calor que irradiaba tanta pasión junta.

Se coronaba así casi una hora y media de show y la clase concluía de golpe con una banda retirándose con saludos de cada uno. Pero un alumnado sediento de conocimiento no se resignaba a retirarse, quería más, lo necesitaba. A los segundos, conscientes de su responsabilidad, regresaban a escena para ejecutar Punk Rock Song. Entonces, aún con la larga lista de clásicos que habían tocado, llegó una perla que nadie se esperaba –menos los más jóvenes, que se miraron con desconcierto-: Fuck armageddon… this is hell, de su disco debut How could hell be any worse? de 1982. Y lamentablemente todo comienzo tiene un final pero este tenía que ser uno épico y Bad Religion tenía la canción justa: American Jesus.

Una vez que la banda dejó el escenario las luces blancas inundaron el recinto dejando entrever un grupo inmenso de gente traspasado por el cansancio y la humedad. Ninguno hablaba, algunos ilusionados todavía esperaban que los de la cruz prohibida volvieran a tocar unas canciones más, otros sonreían y se sacaban fotos, y entre ellos pude notar una chica de baja estatura, con moretones y rasguños por doquier, que al pasar a mi lado exclamó “la mierda que vale la pena estar viva”. Todo dicho.

Compartimos a continuación el álbum de fotos de la fecha desde nuestra fanpage en Facebook:

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