Review: CJ Ramone en Palermo Club (11-11-2017)

Review: CJ Ramone en Palermo Club (11-11-2017)

0 comments 📅14 noviembre 2017, 11:50

Por Cristian Carbone // @shinobinews
PH: DW Fotografía //  fb.com/DwFotografia.musica/

El pasado sábado, Palermo Club fue escenario de una nueva visita al país de un ex Ramones. En este caso, el más pequeño y último ingreso a la legendaria banda: CJ Ramone, presentando su más reciente disco, American Beauty, aunque «presentar» es un decir, ya que realmente lo presentaban en el puesto de merchandising y en vivo hubo nomás un puñado de temas de esta placa. ¿El resto? Ya todos lo sabemos… ¡temas de Ramones!

CJ Ramone tiene tres discos solistas: Reconquista -2012-, Last Chance to Dance -2014- y el más reciente, el mencionado American Beauty. Todos estos álbumes tienen temas propios y fueron editados en Argentina por Pinhead Records, por lo que está de más decir que no hay excusas para que el oriundo de Long Island no toque sus propios temas. Los discos se consiguen, de hecho los venden en los shows a un muy buen precio. Tres discos es una cantidad suficiente como para armar no sólo una, sino hasta tres listas de temas. La pregunta que cabría hacerse, por ende, es si los discos se editan y se venden ¿por qué no se tocan las canciones en vivo? ¿Qué sentido tiene grabar un álbum y en vivo tocar temas de Ramones? Somos el país más ramonero del mundo, pero estamos teniendo a los ex Ramones haciendo fiestas privadas para nosotros. Los hacemos tocar una y otra vez temas que nos sabemos de memoria, lo cual es, evidentemente, algo para pensar y replantearse. Otro interrogante que nos surgió en la noche de Palermo es acerca de Marky Ramone, «el Ramone más ladri» según un público que lo apodó «Marky Ladrone» por sólo tocar temas de Ramones desde hace añares… ¿entonces CJ no es «ladrone» por el simple hecho de grabar discos, aunque nunca los toque en vivo?

Como entrada del show, y ya se está haciendo costumbre, tuvimos a Jiro Okabe «Original Kamikaze», un personaje pintoresco -obviamente japonés- que está muy involucrado con los Ramones y ya se está ganando el afecto del público, que no sólo comenzó a usar hace tiempo sus remeras -muy bonitas, por cierto, recreando el mítico logo de Ramones en crossover oriental-, sino que también prende el fuego para el plato principal, con un show muy enérgico e interactivo, haciendo partícipe al público, coreando, atajando remeras que el buen Jiro revoleó y, claramente, con algunas versiones propias de temas de Ramones, haciendo hincapié en la etapa de Richie -músico con el cual también lleva una relación-.

Finalizando el entretenido set del ya amigo de la casa Jiro, llegó el momento de cerrar la noche con CJ Ramone. En esta ocasión, no estuvo acompañado en guitarras por Steve Soto ni por Dan Root, quienes grabaron y tocaron con él durante muchos años. En su lugar, vinieron a Buenos Aires Josh Blackway y Nate Sander. La batería, eso sí, sigue ocupada por Pete Sosa, casi ya como un músico fijo.

Y si lo antedicho no es suficiente, como muestra basta contar que arrancaron con el tema instrumental con el que los Ramones empezaban religiosamente cada show, Durango 95, seguido por otro ramonero, Let’s Dance, pegado a Let’s go -este sí de CJ-. Luego, nos brindaron otra seguidilla de clásicos de la «banda madre», mechando algunos temas del disco que venían a presentar y alguno que otro muy distante tema de los discos anteriores. Cuando llegó el turno de I Wanna be Your Boyfriend, pegaron Glad to See ou go -¡qué poco te duró el amor, CJ!-, llegando a sumar casi 30 temas en los que hubo solamente seis del artista que nos visitó y el resto de Ramones, incluyendo el cierre demagogo del himno Ramone Blitzkieg Bop y, más luego, Ramones, de Motörhead.

A los jóvenes guitarristas se los vio muy contentos de estar escoltando a CJ y a él se lo vio muy metódico, esquemático y temperamental. Tal vez sea lo que contábamos al principio: graba sus discos, pero está obligado a tocar temas de Ramones, entonces quizás se cargue ese peso al hombro y lo trabaja como tiene que ser, dándole al público lo que espera. Creemos que lo correcto sería realizar presentaciones en las que toque solamente material de sus álbumes y tal vez otros shows, sólo para los ramoneros. En la misma línea, este tipo de shows para aquellos que amamos a los Ramones, y con todo lo que ese amor genera, ya se han convertido en eventos sociales en los que nos juntamos con amigos que llevan la misma religión que nosotros, charlas, encuentros, compartir algunos tragos e inclusive una pizza a la salida. ¡Qué no deje de venir ningún Ramone, así los amigos se juntan en muchas más ocasiones!

Las fotos que ilustraron esta nota, y las que compartimos a continuación, son del genio de Daniel Watanabe, quien gracias a la ya mencionada «hermandad ramonera» nos brindó la posibilidad de tener cobertura fotográfica, ya que nuestra fotógrafa tuvo un pequeño desperfecto con su cámara y casi «nos quedamos rengos» de imágenes. Gracias a Daniel y no dejen de pasar por su sitio en este link.

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