Review y fotos: Dante Sosa // Facebook

Luego de seis años de espera, The Kills visitó el país por segunda vez. La cita fue el domingo 17 de septiembre, cuando el grupo formado por Alison Mosshart y Jamie Hince se presentó en Ciudad Cultural Konex como parte de su gira para presentar su último disco, Ash and Ice.

La jornada arrancó temprano, aún era de día cuando en el Konex abrieron las puertas y la gente comenzó a llenar el predio. A los pocos minutos, Cirse – banda telonera – hacía su presentación ganándose los primeros aplausos.

La noche cayó y finalmente llegó el momento, The Kills subió al escenario para iniciar el concierto con Heart of a Dog, uno de los hits del nuevo CD, y con el que vienen abriendo sus shows en esta gira. De fondo, la pantalla mostraba un dibujo que tenía palmeras y volcanes. El dúo llegó acompañado por dos músicos que los asistían haciéndose cargo de la batería, la consola e incluso apoyando con una segunda guitarra en algunos momentos.

Sonó U.R.A. Fever y la gente se contagió de la desbordante energía de Alison. Jamie, que no se queda nunca atrás en ese aspecto, se acercaba al público generando los gritos de los espectadores más cercanos a él, mientras la cantante desplegaba su característico baile sobre el escenario, moviéndose por todos lados, se pasaba el pie del micrófono de mano en mano de manera efusiva, contorsionaba su cuerpo y revoleaba la cabellera. Difícilmente se la puede ver quieta durante un show y esta no fue la excepción.

Kissy Kissy empezó a sonar lentamente, Alison ya con guitarra en mano y Jamie acercándose a ella para demostrar la enorme química que hay entre los miembros de la banda hicieron el deleite y prosiguieron con Hard Habit to Break e Imposible Tracks, dos canciones pertenecientes al último trabajo, que continuaron la fiesta haciendo saltar a la gente con más intensidad. Acto seguido, la banda interpretó algunos de sus clásicos hits, haciendo bailar y cantar a todo el Konex. Así fue como sonaron Black Balloon, Baby Says -con Alison tocando el teclado- y Tape Song, este último con un estribillo particularmente perfecto para que tanto el público como los miembros de la banda se aceleren. Echo Home vino a continuación -tema lento que hizo bajar un poco los decibeles- para que todos empiecen a cantar acompañando a Jamie con las manos en el aire, mientras la cantante distendida se tomaba un vaso de cerveza.

Más adelante, la banda interpretó Pots and Pans. El guitarrista ocupó el centro del escenario, momento en el que Alison se fue detrás a tocar el bombo, dándole énfasis a los acentos de la canción. Para cuando llegó el turno de Monkey 23, Mosshart se prendió un cigarrillo y se lo fumó mientras cantaba, otra muestra más de lo cómoda que se siente en el escenario. En estos temas se dieron momentos sobresalientes de Jamie, como cuando usó el pie del micrófono como capotraste o como cuando tocó una nota con una guitarra y la dejó sonando varios segundos, mientras agarraba otra para seguir tocando encima de esa nota, haciendo que funcione como una especie de nota pedal.

Tras un pequeño intervalo, la banda volvió al escenario con un acústico de Alison, That Love. Ya pisando el final llegaron Siberian Nights y Sour Cherry, desatando la locura de los fans. La noche se terminaría con No Wow, curiosamente la canción con la que arrancaron su concierto la última vez que habían estado en Buenos Aires. The Kills se despidió entonces dibujando una sonrisa en todos los presentes y dejando claro que es una de esas bandas que uno debe ver en vivo.