Por Juan Manrrique // @shinobinews
Ph: Carla Guasconi
El pasado sábado, en vísperas de una nueva elección política en Argentina, A.N.I.M.A.L. dio cátedra sobre metal alternativo en un lugar poco convencional: el ND Teatro. Nos aguardaba una noche «íntima y extrema» entre butacas y palcos.
Mientras las calles se poblaban de jóvenes que se abastecían de alcohol para sobrevivir a la veda electoral, otros éramos conducidos por un acomodador para llegar a nuestros respectivos asientos. Un panorama peculiar: gente mayor, gente no tan mayor, jóvenes… ¡y niños! Casi familiar se podría decir. Es que muchos interpretaron -erróneamente- que el slogan con el que se publicitaba el recital, el ya mencionado «Íntimo y Extremo», se refería a un show acústico, cuando en realidad se trataba de una función para amigos, familiares, y no demasiados fans.
A las 21, Andrés Giménez -voz y guitarra-, Cristian Lapolla -voz y bajo- y Marcelo Castro -batería- ingresaron ejecutando la balada Real. La iluminación no era muy compleja pero sí precisa, combinando con los detalles de luces negras que adornaban el escenario. Lo primero que pudimos destacar fue la nitidez del sonido, soberbio desde la ecualización hasta la espacialidad de cada uno de los instrumentos aprovechando al máximo la acústica del recinto. Y A.N.I.M.A.L. explotaría este recurso gracias a los arreglos de su invitado Oscar Cariola -programación, guitarra y coros-, antiguo miembro de la disuelta Santos Inocentes y actual integrante de la banda 202.
Luego de una excelente interpretación, Andrés declaró que «no sabíamos qué iba a salir de todo esto, la verdad es que estábamos muy cagados» y explicaría que el motivo de una puesta en escena de esta manera era para incluir a otro tipo de espectadores y dar un paso más en la evolución de la banda: «¡Si hasta vino mi suegra!», exclamaba entre risas.
El Nuevo Camino del Hombre, la siguiente canción, trajo consigo todo el poderío de A.N.I.M.A.L. El público parecía querer revolear los asientos mientras coreaban «¡valor!». La experiencia de los músicos y la química entre ellos se traduce en una solidez que no deja huecos. El bajo de Lapolla hallaría un protagonismo brutal en Combativo, canción que le da el nombre a la placa del año 2004.
Y así, A.N.I.M.A.L. volvió a mutar, en este caso volcándose hacia el Hardcore de la mano de Honor, perteneciente a su último disco En Vivo en Red House, de 2016, en el cual contaron con la voz de Billy Graziadei, vocalista de Biohazard.
Un nuevo giro, aunque esta vez hacia el Hip Hop, llegaría con Loco Pro. Las palmas de los presentes coincidían con el loop de Cariola que parecía decir «medio loco», quizás en honor al clásico de Cypress Hill. Pero luego fue el turno de Castro, que desplegó todo su arsenal sobre la batería brindando una perfecta intro para Mi Barrio. El Metal vencía a algunos fans que terminaban de pie, sacudiendo sus cuerpos con violencia. La balada Aura instalaba una atmósfera más íntima para que Giménez desnudara su voz cantando «ángel de mi romance lleva en sus manos hoy las llaves para liberar mi amor». Una elección de cámara acústica e iluminación impecable.
A.N.I.M.A.L. –Acosados Nuestros Indios Murieron Al Luchar– nació en 1991 de la unión de Giménez, Marcelo Corvalán -actual bajo y voz en Carajo– y Anibal Alo -batería-. En poco tiempo se convirtió en la banda insignia por su fusión de estilos, y ese reconocimiento los llevó a girar con bandas de la talla de Pantera. A principios del 2006 anunciaron su separación luego de siete placas de estudio, pero nueve años después, en marzo de 2015 más precisamente, regresaron a los escenarios y grabaron un «vivo» con invitados internacionales. La grabación de un nuevo disco es el próximo paso en su ya extensa carrera.
Volviendo al presente, luego de tener a su público íntimamente ligado a ellos, los músicos se encontraban en tal nivel de comodidad que se dieron el lujo no sólo de bromear entre sí, sino también con los espectadores como si de un número de stand up se tratase. La lista continuó posteriormente con Sol, Escrito con Sangre -con una breve mención hacia Gustavo Cerati, en referencia a los arreglos de Cariola-, Vida –single editado el año pasado- y Antes de Morir, cerrando el bloque más trashero de la noche. Las interpretaciones eran exactas, la potencia no decayó en ningún momento, pero el hecho de vivirlo desde una posición tan pasiva le quitaba un poco de emoción.
Preso del Olvido, de su placa debut de 1993, cambiaría el ambiente y se postularía como una de las mejores ejecuciones de la noche. El bloque final se acercaba, pero antes sería el turno de Gritemos Para no Olvidar y Familia-Esta es la Oportunidad-. Al eco de «revolucionar nuestra condición» el público no dejaba de sacudir la cabeza mientras sonaba Revolución. Tras una breve pausa que se aprovechó para agradecer tanto a asistentes como a sonido e iluminación, se vino Milagro y, una vez finalizada, la banda se retiró rápidamente. El esperado grito de la gente pidiendo por un tema más no se hizo esperar y fue así que, a los pocos minutos, Giménez apareció en escena acompañado sólo por Cariola con una guitarra acústica para entonar la balada Esclavo de Ilusión, cosechando una ovación. Lapolla y Castro se sumarían para concluir el recital con Sólo por ser Indios, a la vez que una iluminación rojo sangre inundaba el recinto.
Luego de casi dos horas de show, A.N.I.M.A.L. abandonó el escenario dejando en claro que su impronta jamás quedó en el pasado, o como ellos dicen: «combativo es sentirse, ser y ver que somos capaces de seguir así».
Les compartimos a continuación el material fotográfico de Carla Guasconi, desde nuestra fanpage en Facebook.
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