Por Mariano Aratta // @gutenseth
PH: Carla Guasconi
Es probable que a los muchachos de Utopians les guste esta idea: ir a ver a la banda liderada por Barbi Recanati es como un Delorean hacia una época que probablemente hayan vivido pocos de los que estaban presentes en La Trastienda el pasado sábado. Una recreación moderna de los tiempos del New Wave o, siendo menos pretenciosos, de nuestro autóctono Cemento, matizado con celulares high-tech, cultura pop y algo de cine, en una licuadora musical alimentada por sus propios ídolos –según Barbi nos contara en una entrevista que brindó el año pasado para este mismo medio-. Los que cruzamos la línea de los 30 y tuvimos la suerte de crecer con música de The Cure, Joy Division, Magazine, David Bowie o cualquier otro ícono generacional que atraviese el Punk, el Post-Punk y el New Wave sabemos a qué suena Utopians. Y, para colmo, que trabajen con Jimmy Rip -actual Television– incrementa esa sensación. Todo, obviamente, sumado a lo propio de Utopians y ese «algo» que tiene Barbi, que los hace claramente diferentes dentro de la escena musical argentina.
La puesta en escena del sábado en La Trastienda acentúa todas estas percepciones: sonido poderoso -insistimos siempre que el vivo de Utopians es completamente distinto al disco-, luces tenues azuladas y atmósfera densa, delay, chorus y reverb, guitarras afiladas, mucha pasión y adrenalina. Un combo explosivo en una lista de temas que tuvo los clásicos de la banda y los nuevos hits de Todos Nuestros Átomos, el último trabajo discográfico, en un show intenso que se pasó rapidísimo por la fuerza que se desplegó desde ambos lados del escenario, con un público fervoroso y una banda que agitó a su gente con locura.
La energía de los cuatro miembros de Utopians nos hizo pensar que todo este tiempo fuera de los escenarios, luego del impasse obligado por el nacimiento del primer hijo de Barbi, fue como una inyección de furia. El recital fue una explosión de deseo contenido y festejo por el reencuentro: la gente extrañaba ver a Gustavo saltar con la guitarra, a Mario bailar con su bajo o a Tomás rompiendo -literalmente- los parches de la batería. Y aparentemente ellos extrañaban esa actividad que disfrutan tanto: tocar en vivo. Palabras aparte para la cantante, una Barbi tan genuina como de costumbre, con remera de un escrutador Bruce Lee, poniendo locura a cada sílaba y movimiento de su cuerpo.
Obviamente, el show tuvo una fuerte presencia de temas de la última placa –Alimaña, Los Ríos, Lo Tuyo, Las Arañas, Todo lo que Tengo– coreados hasta las lágrimas por el juvenil público que estaba pegado al escenario, armando pequeños pogos circulares y, en más de una ocasión, subiendo para cantar con los músicos. Justamente para una triada de canciones de este disco –Uhh, Funeral, Reflejo-, invitaron a compartir el momento a un agradecido y feliz Jimmy Rip, ovacionado por el público. Además, sonaron esos temas con los que Utopians fue haciéndose un camino en la escena: Trastornados, A Veces, Gris, Donde Nadie te Espera, Allá Voy y los «Punkitos» Come Baby y Say Hello, viejos temas del álbum Freak.
Fue precisamente en esa tanda de temas que el parche de la batería estalló y, mientras cambiaban el cuerpo afectado comenzó el improvisado «set solista de Barbi«, primero con un breve fragmento de Pepe Le Pew -otro tema de Freak– y luego acompañada solamente por Gustavo para una versión no planeada de Gimme Danger, de The Stooges. «Para los que tienen una banda, sepan que es al pedo ensayar», comentó risueña la cantante. Vueltos a la normalidad, encararon el tramo final del show, cerrando con «la reversión de la reversión» de Estallando Desde el Océano, clásico de Sumo, con una Barbi que, pandereta en mano, decidió saltar a su público y compartir la euforia en andas de su gente.
Dejamos para una mención aparte lo que consideramos un momento inesperado e inspirador: una versión de En Remolinos, temazo de Soda Stéreo del disco Dynamo de 1992, muy fiel a la original, tocada y cantada con todo el sentimiento que merece semejante obra del rock nacional, injustamente poco reconocida por el grueso del público.
La banda podría haber seguido tocando mucho tiempo más. Antes de irse, Barbi cuestionó las dos fechas que Gustavo Cordera va a realizar próximamente en La Trastienda. No es un detalle menor y vale aclarar para algún desprevenido que la cantante no critica el hecho artístico de tocar en vivo, sino que repudia las declaraciones del ex Bersuit Vergarabat. «Lo que dijo el señor Gustavo Cordera se condena. Amo este lugar –La Trastienda– y ojalá la semana que viene reflexionen», cuestionó Barbi a quien realizó las mencionadas declaraciones en una charla con alumnos de periodismo el año pasado. El repudio a Cordera no quedó reducido a ese comentario: un grupo de jóvenes protestó en la puerta del local con leyendas como «Cordera sos la cultura de la violación» y «La Trastienda encubre violines», reclamando que no se permitan los conciertos programados.
Así fue como, entre el griterío de un público muy encendido, al pedido de «uno más», la banda dejó el escenario con cara de no tener ganas de irse. Cuestiones de relojes y horarios que hacen discurrir el tiempo rápidamente cuando el goce es intenso. Esperamos volver a verlos en escena muy pronto.
Para seguir recordando la noche del sábado, compartimos a continuación el álbum fotográfico del show desde nuestra fanpage en Facebook, material de Carla Guasconi. Que lo disfruten.
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