Por Lucas Robledo // @LucasRobledo
PH: Pablo Delorenzi -Lujan Rockea-
Lacuna Coil se presentó en nuestro país, en el escenario de Groove y Shinobi News tuvo la suerte de presenciar a esta gran banda. A las 19 puntuales, tal y cómo decían todas las publicidades del evento, la gente de la organización separó en dos a la fila que se formaba sobre la vereda de la Avenida Santa Fe. En una, y de a una persona detrás de la otra para no molestar demasiado a la gente que venía caminando y que nada tenía que ver con el recital, se formaron quienes ya tenían entrada. Del otro lado, bien contra la pared, aquellos que tenían que comprar su ticket o acreditarse en puerta. El público entró tranquilo, gracias a una organización simple pero concisa. Dentro de Groove, teníamos listo el clásico puesto con merchandising y una barra que esperaba ansiosa a todos los invitados. La noche estaba lista para comenzar…
Slania fue la primera banda soporte que salió al escenario. Siendo dueños de un metal sinfónico impecable, por momentos soltaron algunos destellos de folk que los hace aún más completos, dejando en claro sus influencias de otros subgéneros como el metal gótico, el metal progresivo y death melódico. La voz de su cantante es realmente maravillosa, clásica de este estilo, pero poderosa, con matices hermosos y una amplitud vocal realmente destacable. La melodía épica de cada uno de sus temas es imposible que no nos recuerde a temas viejos de Nightwish o, valga la redundancia, a bandas como Epica. Al terminar su pequeño show, la banda dejó en claro la calidad y el profesionalismo con el que actúan, ya que todo sonó a la perfección.
La segunda agrupación que ocupó el escenario fue Jemma, unos chicos de la ciudad La Plata que vinieron con una propuesta diferente a la anterior: si bien la banda también tiene una voz líder femenina, su música tira más para el rock alternativo, tiene guitarras que por momentos rozan el djent, bases bien poderosas y muchos climas ambientales, pasando por algo de Nü Metal. La voz armoniosa de la cantante contrasta, todo el tiempo, con el poder agresivo del resto de la banda. Lo mejor de todo, es que son de esas bandas que uno no puede comparar con ninguna otra, porque tienen una dinámica musical muy personal. Es una pena que, como suele pasar en este tipo de eventos, la única banda que prueba sonido es siempre la primera, y al resto las van acomodando en la marcha. De esta forma, Jemma sonó bastante desprolija, no por su composición musical ni por su calidad como músicos y artistas, sino por culpa de un sonido que no les hizo justicia en ningún momento. Para que entiendan más de lo que estamos hablando, y si los vieron en vivo, tómense el tiempo y escuchen Anima Ignis, un disco genial que lo van a encontrar online y van a poder apreciar todo el poder y la calidad de esta banda.
En tercer lugar, se apoderó del escenario Nerea y, con otra voz femenina, nos demostró todo el poder del metal progresivo cuando se mezcla con el Groove Metal, con una voz por momentos melódica y por otros gutural, recordando a bandas como Arch Enemy o The Agonist, entre tantas otras. Las bases suenan sólidas y demuestran una gran habilidad por parte de cada uno de los músicos, fusionando a todos los instrumentos en una gran bola de sonido impactante y poderosa. Al terminar, y ya cerca de las 22, Nerea se retiró del escenario para darle paso a la banda de la fecha: Lacuna Coil.
Todo comenzó con Ryan Folden sentándose en la batería, acomodando su banco y moviendo la cabeza, como controlando que todo esté en orden. Al instante, llegó Marco Coti Zelati y se colgó su bajo, con esa presencia inmensa que tiene, con una mirada entre un tipo malo y alguien que es cómplice del momento que estamos por vivir. Diego Cavallotti -el miembro más nuevo- también tomó su guitarra para demostrar lo que sabe hacer. Los tres, subiendo a escena antes que los cantantes como suele pasar siempre para crear ese momento de expectativa, finalmente dieron lugar a la bellísima Cristina Scabbia y a Andrea Ferro, las voces de la banda. Entre saludos en castellano y la euforia de la gente, comenzaría un show correcto, casi como un metrónomo gigante.
Si bien la presentación de Lacuna Coil era en el marco de presentar su último trabajo, llamado Delirium, la banda empezó a revivir casi toda su discografía, haciendo hincapié más que nada en los discos post Comalies, momento en que la banda encontró su lugar dentro del Nü Metal -teniendo en cuenta que empezó siendo una banda de metal gótico-. Aun así, rememoraron un par de temas viejos e hicieron un vaivén de emociones, recorriendo los mejores temas, no sólo los más conocidos sino los que más le gustan a su público.
Como decíamos antes, vale destacar que la banda tuvo un comienzo gótico, con temas en su mayoría en italiano, para después ir mutando y encontrar el lado comercial. Para este momento, Cristina Scabbia era la cara bonita y visible de la banda, mientras que el Nü Metal –que por aquel entonces estaba de moda- se apoderaba de cada uno de sus temas. De todas formas, Andrea Ferro seguía siendo la voz principal y Cristina sólo aportaba melodía a los temas. Con el correr de los años, los discos y la fama, todo esto cambió. La banda supo incorporar otros géneros musicales a su repertorio y se fue volviendo con el tiempo más oscura y poderosa. Hoy en día, quizás sea el tema Nothing Stands in Our Way el que más define a esta formación: bases poderosas, guitarras estridentes, la voz melodiosa de Cristina como eje principal y Andrea aportando lo suyo, en menor medida.
En los recitales anteriores de la banda en Argentina, y para ser muy sinceros, la voz de Andrea Ferro no fue de lo mejor, sintiéndose como ajena a la banda y a lo que uno suele escuchar. Con Delirium, ellos terminaron una búsqueda que había empezado con Broken Crown Halo, utilizando a Andrea Ferro como la voz podrida, gutural y poderosa que contrasta a la perfección con la de Cristina. Y justamente esa búsqueda se notó en esta fecha porteña, mostrando a un Andrea endemoniado, con una voz que hacia retumbar a Groove y que golpeaba en el pecho de cada uno de los fanáticos.
Las referencias a Buenos Aires y a la Argentina como público se extendieron por todo el recital, y si bien Groove no estaba lleno, cada vez que la banda pedía que la gente grite, el público se hacía escuchar. La edad de los presentes iba desde jóvenes de aproximadamente 20 años hasta gente de más de 35, quienes siguen a la banda casi desde sus comienzos. Pero como en un lugar así no importa la edad, la gente bailó, movió sus cabezas y hasta hizo un pogo casi continuo de más de una hora y media. En cierto momento, y casi cerrando el show, Cristina dividió a los fanáticos, pidiendo que se corran hacia los costados y dejando un espacio vacío en el medio. Poco a poco, mientras el tema tomaba fuerza fue preparando a la gente para que, al explotar los acordes con distorsión, se vuelvan locos en un pogo preparado, pero igual de explosivo que los anteriores. A pesar de la poca gente, es imposible negar que el show fue redondo y resultó una fiesta para los presentes.
Para cuando la banda se estaba retirando, despidiéndose en un intento de crear suspenso, las luces se mantuvieron apagadas y el público sabía lo evidente: van a regresar al escenario, al menos para tocar un tema más. Y así fue, retornaron con una bandera de Argentina y, tanto Cristina como Andrea, vistiendo remeras de la selección de fútbol. La gente se volvió loca y la banda lo sabía. Y es por eso que suenan los temas más esperados de la noche: el cierre es a todo trapo, como suele decirse. Cristina, que durante todo el recital hizo mucha referencia a que no todo en la vida es color de rosa antes de cantar algunos de sus temas, se mostró realmente agradecida con la gente, siempre hablando de las anteriores visitas al país. Entre aplausos, fotos que la banda suele sacarse al terminar para subir a sus redes sociales, y una cantidad inmensa de fans contentos, terminaba el recital.
Un show correcto, casi como un metrónomo gigante.
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