Por Nahuel Domínguez
Ph: Cintia Avalos – Avalos PH
El pasado martes, Steven Wilson -mejor conocido como el cantante, guitarrista y compositor de Porcupine Tree– volvió nuevamente a presentarse en tierras argentinas con su rock progresivo y un show de nada más y nada menos que tres horitas. Sin lugar a dudas, saciando por completo -e incluso superando- la expectativa del público presente en Groove.
En esta oportunidad, la primera parte del show estuvo enfocada en canciones de sus álbumes solista y luego de un intervalo de 20 minutos sumó al repertorio más temas de su autoría al igual que versiones de otros artistas como Storm Corrosion –Drag Ropes– y de David Bowie -un emotivo homenaje con Space Oddity-. La frutilla del postre, como no podía ser de otra manera, fue «una dosis» de Porcupine.
El sonido fue impactante, pocas veces escuchado en bandas que nos visitan por fuera de eventos masivos e hiperproducidos y muchos menos en Groove. Ya sea desde los coros cargados de efectos que te envolvían y sumergían de lleno en la emoción de la canción -el clima pasivo-agresivo se sentía a flor de piel- o por la presencia que se le daba desde la consola de sonido a cada instrumento. Dependiendo del momento, cada músico tenía su protagónico en el show. Ya sea el bajo/stick –Nick Beggs-, teclado –Adam Holzman-, batería –Craig Blundell-, guitarra líder –Dave Kilminster-, la rítmica –Steven Wilson– o la voz poniéndote la piel de gallina como en el estribillo de Open Car.
Sin ningún tipo de timidez, Steven dejó claro que el simple título de «músico» le queda diminuto, es mucho más que eso, es un «artista» hecho y derecho. Verlo interpretar su show en vivo es una experiencia única. No sólo por el hecho de su habilidad para tocar distintos instrumentos como demostró a lo largo del show, sino por sus bailes tan particulares que fluían con las melodías interpretadas y su gran carisma y excelente sentido del humor. Se lo pudo ver charloteando mucho con la gente como ese amigo que no ves hace meses y te quiere contar todo en 10 minutos.
Por lejos, una obra de arte sin imperfecciones de principio a fin para el deleite de sus fans. Como no fue suficiente la vez pasada, volvió en forma de fichas para dejarnos manija hasta la próxima.
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