Por Stephie Klein
El 2 de octubre se presentó en el Luna Park de Buenos Aires la banda finlandesa Nightwish, que demostró una gran puesta en escena y logró emocionar a un público que, luego de una larga espera, comenzó a disfrutar del show que comenzó a las 21:30 y no dejó de destilar energía durante dos horas completas.
Una noche inesperadamente fría sorprendió a los fans de Nightwish en las inmediaciones del Luna Park. El público, visiblemente impaciente, no paraba de pedir que la banda saliera al escenario. Finalmente, los seis miembros tomaron sus lugares con un fondo de gritos y aplausos para comenzar a escupir toda su energía con Shudder Before the Beautiful, de su último disco –Endless Forms Most Beautiful-, inspirado en el trabajo de Charles Darwin y el origen de las especies.
Se notaba que el público estaba esperando la llegada de los clásicos de la banda, ya que al comenzar Ever Dream la masa estalló en emoción y el pogo se hizo notar. La emoción de los integrantes de la agrupación por un público enardecido no se hizo esperar y, a lo largo de la velada, agradecieron constantemente aplausos y coreos.
Además de pasearse por una discografía extensa de la mano de Floor Jansen, hay que destacar la calidad del sonido. La ejecución de los temas fue perfecta a lo largo de toda la noche, destacándose la vocalista holandesa que claramente llegó para quedarse y revivir a una banda que se notaba con el rumbo perdido luego de la partida de Tarja. La holandesa entregó una interpretación impecable, demostrando completo dominio del escenario y de su rango vocal, además de ser una «front woman» que muchas bandas quisieran tener en sus filas. Logró hacer corear al público y llevarlo a un viaje que muchos hubiesen querido que sea más largo.
Uno de los highlights de la noche fue el tremendo pogo que se armó durante Wishmaster, dónde la energía entre los asistentes y la banda era casi palbable. Otros temas que fueron coreados a todo pulmón fueron Nemo y el ya clásico I Want my Tears Back del disco Imaginaerum. Uno de los momentos emotivos de la velada ocurrió durante la ejecución de The Greatest Show on Earth, de su última entrega discográfica, dándole al ambiente un sonido definitivamente nórdico. Luego tocó el tiempo de recordar el álbum Once de 2004, con la canción Ghost Love Score. Y el final llegó con Last Ride of Day, aunque el público se quedó esperando que los miembros regresaran y retomaran sus armas para seguir deleitando a los asistentes con más clásicos y sonidos épicos. Sin embargo, Nightwish decidió que ya había demostrado que están para quedarse, de la mano de Floor Jansen.
En resumen, una noche completa y sólida, con músicos dominando sus instrumentos y regalándole a sus fans una noche inolvidable.
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