RetroNinja: Los tormentos de Bela Lugosi

RetroNinja: Los tormentos de Bela Lugosi

0 comments 📅14 agosto 2015, 10:02

Por Mariano Aratta
@gutenseth

El próximo domingo, 16 de agosto, se cumplen 59 años del fallecimiento de un gran actor, mundialmente conocido por interpretar a Drácula: el señor Bela Lugosi. No es un recuerdo en forma de necrológica lo que intentamos compartir en este espacio, sino algo mucho más profundo. Contrariamente a lo que sucede con los vampiros, Lugosi murió en 1956, consumido por las drogas y la tristeza -y no por una estaca sino debido a un simple infarto-. Lo enterraron con su capa de Drácula y más tarde fue incinerado con ella. Ni siquiera entonces lo dejaron tranquilo. Desgranemos la historia…

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Lugosi tenía un nombre real, Bela Blasko, y había nacido en octubre de 1882 -no había datos de la fecha exacta en su partida de nacimiento- en un pueblito magiar luego perteneciente a Hungría. Este pueblo se llamaba Lugos y de allí viene el «Lugosi» que Bela eligió para ser inmortalizado como actor. Por consiguiente, hay que desmentir la esparcida leyenda hollywoodense que sostiene que el artista que encarnó a Drácula había nacido en Transilvania, en la cuna del legendario Vlad Tepeserror en el que cae hasta la mismísima Wikipedia-. Luego de estudiar Bellas Artes en Budapest, e interpretar mucho teatro clásico, tuvo que alistarse como teniente de artillería en los frentes de Serbia y Rusia en la Primera Guerra Mundial.

Alrededor de 1920 se embarcó a Estados Unidos sin saber una palabra de inglés -y dicen que escondido en una bodega-. Quién sabe si fue azar o pura intención, lo cierto es que se casó con la productora de teatro Beatrice Weeks, quien le enseñó el idioma y lo introdujo al mundo del espectáculo, primero en la obra de teatro de El Hombre Lobo y, en 1927, su primer Drácula, también en teatro. Ese fue el comienzo de su gloria y, sin saberlo, de su posterior caída. En 1931, Universal Pictures lo llevó al cine y con él a la inmortalidad vampírica: Bela Lugosi se convirtió en sinónimo de Drácula para siempre. De nada la valieron sus otras películas, entre ellas Los Crímenes de la Calle Morgue -adaptada del libro de Conan Doyle-, El Zombie Blanco, La Isla de las Almas Perdidas o El Gato Negro -de Edgar Allan Poe-. Para 1935, el poco reconocimiento del público -a excepción de cuando se trataba del vampiro, claro está- y una vida un poco triste, lo habían convertido en un drogadicto irrecuperable, especialmente dependiente de la morfina.

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Como si esto fuera poco, los productores lo obligaban a vivir como si interpretara una ficción, ya que no podía salir de día o asistir a una velada nocturna sin su capa del Conde; habitaba un castillo que era una réplica del de los Cárpatos con las paredes tapizadas de terciopelos negros, sirvientes sordomudos y murciélagos volando por los recintos. Por ese entonces daba reportajes dentro de un ataúd, con la realidad confundida definitivamente con la fantasía. Alguien le ofreció interpretar a Frankenstein -que finalmente hizo Boris Karloff-, pero se negó porque dijo que sus admiradores no lo reconocerían debajo de tanto maquillaje. Aunque recibía miles de cartas de todo el mundo, en 1948, sin nada de dinero, interpretó a un Drácula cómico en Abbot y Costello Contra los Fantasmas. Para él, esa parodia de sí mismo solamente por dinero fue «la gota que rebalsó el vaso». Inmediatamente después de la filmación, fue internado en un hospital neuropsiquiátrico, pero cuando recibió el alta médica volvió a dar reportajes dentro de un ataúd, esta vez ya convencido que era Drácula y no que era un actor que lo interpretaba. Hacia el fin de sus días, se cruzó con quien está considerado el peor director de la historia, Ed Wood, quien era su admirador y le dio papeles en varios films, entre ellos el bizarro y mítico Plan 9 del Espacio Sideral, estrenada después de su muerte -de hecho la genial película de Tim Burton, interpretada por Johnny Depp, trata sobre la relación entre ellos dos-.

No hay mucho más para contar al respecto. Este fue uno de esos delicados casos donde la realidad y la ficción se mezclaron, pero no con resultados positivos. Bela Lugosi se mimetizó magistralmente con sus personajes e hizo estremecer a medio mundo con ellos, con talento de sobra demostrado. No obstante, no supo o no quiso separar la ficción de la realidad, o quizás deseó soldarlas artificialmente con buenas dosis de glamour, drogas y apariencias. En esta nueva efeméride de su muerte, cabe recordarlo con esta frase tan certera, iluminando entre tanta locura: «Dicen que estoy loco porque creo que soy el Conde Drácula, pero el mundo exterior que se me propone, la sociedad que me rodea, es mucho más absurda y demente que yo».

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Seth
Seth

Comunicador Social (UBA) y periodista, hombre de radio. Vegetariano, melománo empedernido, guitarrista, cinéfilo, fan de los '80, la filosofía y los "cuentos de terror". Seth odia los relojes y cree en la metafísica como única forma posible de autosuperación de la humanidad (?)

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