Review: Foo Fighters en el Estadio Único de La Plata (18-01-2015)

Review: Foo Fighters en el Estadio Único de La Plata (18-01-2015)

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Por Mariano Aratta // @gutenseth – Fotos: Beto Landoni (Gentileza T4F)

«The Best of You»

A diferencia de aquel Quilmes Rock de 2012 en el estadio de River Plate, esta vez la lluvia no aguó la fiesta de Foo Fighters en la ciudad de La Plata. Con un Estadio Único lleno apenas en un 70% -acaso la fecha y los precios no fueron de lo mejor para el vapuleado bolsillo argentino-, aunque con un público muy bien predispuesto al sonido de los muchachos de Seattle tras haber aplaudido a Eruca Sativa y a los británicos Kaiser Chiefs, la banda se presentó nuevamente en el país en el marco de su gira latinoamericana. Y si bien el agua cayó del cielo durante gran parte del domingo, nos dio un descanso en la tarde-noche, el tiempo justo para disfrutar del poder de Dave Grohl y compañía, quienes arrancaron su show alrededor de las 21.15 y lo extendieron hasta pasada la medianoche. ¡Sí, casi 3 horas!

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Pero primero haremos una pequeña mención a los Kaiser Chiefs, quienes en poco más de 40 minutos desplegaron 11 potentes y prolijas canciones. Esta banda comandada por Ricky Wilson, su muy divertido frontman, se dio el lujo de incluir en su setlist la canción Pinball Wizard, cover de los legendarios The Who, además de sus clásicos I Predict a Riot, Everyday I Love you Less and Less y, desde ya, Ruby. Esperamos ver nuevamente a esta agrupación, no ya como telonera, sino en un show 100% propio.

Y para cuando Dave Grohl subió al escenario del Estadio Único con la excusa de presentar su último álbum, Sonic Highways, la lluvia había cesado y los escasos -para enero- 21 grados subieron rápidamente con la euforia de los casi 30000 espectadores que llegaron a La Plata para presenciar el regreso de Foo Fighters al país. «Trajimos muchas canciones, así que van a tener que bailar toda la noche… 2 horas… 2 horas y media tal vez», adelantó el líder de la banda, quien con sólo levantar sus manos logró que el público responda en forma instantánea: la alquimia se consumó desde antes del primer acorde. Acompañando a Grohl -guitarra, voz y musculosa negra con la inscripción «DC/101» de una estación de radio estadounidense-, salieron a escena Pat Smear -guitarra-, Chris Shiflett -guitarra-, Nate Mendel -bajo-, Taylor Hawkins -batería- y Rami Jaffee -teclados y acordeón-.

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Something From Nothing fue el tema elegido para inaugurar la noche, seguido por The Pretender. Grohl desde el inicio mismo del show cantó, corrió, paseó por la pasarela montada sobre el estadio y agitó al público con sus movimientos y verborragia, sin ningún viso de cansancio. Learn to Fly, Breakout, Arlandria, Generator, My Hero… por un momento pensábamos que estaban «quemando» todos sus hits rápidamente pero no fue así: el setlist se completó con temas nuevos y clásicos. La banda no dio respiro a su público, manteniendo una solidez aplastante durante toda la noche y, desde el momento en que Grohl presentó uno por uno al resto del grupo luego de Cold Day in the Sun, ellos comenzaron a ser en verdad «Foo Fighters» y no «los que acompañan a Dave» -hasta ese momento todo era Grohl y nada más que Grohl-. Fue entonces cuando Hawkins fue presentado como «el mejor baterista del mundo» -nada menos que por el baterista de Nirvana, la banda de rock que identificó a una generación- y tocaron un breve fragmento de Another One Bites de Dust, de Queen, que quedó sólo en coqueteo, como también el brevísimo Highway Star de Deep Purple en el teclado de Jaffee, tan breve que más de uno no debe haberlo notado. El tándem de tres guitarras, teclado, bajo y batería se transformó en una pared sonora inamovible que hizo gala del rock arrogante de Foo Fighters, más cercano al músculo que al virtuosismo.

Al promediar el repertorio, Grohl se acercó al frente de la pasarela a la mitad del estadio «para poder verlos a todos y que también nosotros podamos estar cerca», recordó aquel festival de 2012 junto con Arctic Monkeys bajo la lluvia y el furor del público que nunca dejó de alentar en esa ocasión y puso intimidad con su guitarra acústica: Skins and Bones en una sutil versión con Jaffee en acordeón, Wheels y la mitad de Times Like These, que se completó ya con el resto de la banda asomando desde una tarima circular con todos sus instrumentos, retomando la potencia, bien lejos del intimismo acústico que se había logrado minutos antes y que quedó plasmado en una hermosa postal para las retinas de los presentes, rodeados por la oscuridad de la noche, con Grohl iluminado por un potente reflector desde su izquierda, junto con las luces de miles de celulares y algún nostálgico encendedor, semejando a un cielo plagado de estrellas en sugestiva metáfora: las estrellas estaban sobre el escenario, sudando y derrochando energía a pesar del fresco de la noche, girando en su tarima circular para tocar un set de covers y presentar invitados. Detroit Rock City de Kiss, Young Man Blues de Mose Allison, Miss You de los Rolling Stones, con Jonny Kaplan en voz, Dave Krusen en batería y Grohl en guitarra y botella de cerveza. Con el escenario girando luego de un par de temas, así desde todos los sectores del estadio tenian la oportunidad de ver a la banda de frente, vinieron los ultimos covers de la noche: Stiff Competition de Cheap Trick, en el cual Dave se volvió a sentar en la batería como antaño y cada golpe de redoblante voló por el aire como chispas de aquel fuego grunge de los ’90, Hawkins se le animó al micrófono, como en muchos momentos de la noche y de la gira; y cerraron el interludio con Under Pressure, el clásico de Queen, nuevamente con el baterista y Grohl octavizando sus voces. Sin lugar a dudas, este fue el momento más agradable y descontracturado de la noche, que reafirmó lo que se vio desde el inicio del show: estos muchachos se divierten tocando, entre ellos y con su público, son felices en escena, con sonrisas interminables, guiños, miradas y complicidad -la química entre cantante y batero es increíble y por momentos risueña-, lejos quizás de la imagen que tuvieron en el pasado de «chicos duros y demagogos». La madurez les sienta bien.

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Luego de concluida la sección de homenajes, la banda volvió a su posición original para la pentalogía de cierre. Y Grohl, gran domador de multitudes, evaluó de cara al público que «venimos haciendo esto desde hace 20 años, realmente somos una banda muy afortunada», e inmediatamente disparó con munición gruesa la seguidilla All My Life, These Days, Outside, Best of You y Everlong, obvio corolario para un show que fue clímax constante a ambos lados del escenario. Durante las casi tres horas de show, el cantante hizo alarde de la potencia de sus presentaciones: «no tocamos bises, tocamos todo el tiempo que queremos y sin parar», gritó en forma de proclama para advertir a desprevenidos que tenían dudas acerca de estos 26 temas del nutrido setlist, que tuvo algunas variaciones con respecto a lo ofrecido días antes en Chile.

En esta historia de 20 años que resumieron en la noche platense, los Foo Fighters supieron unir al joven de los ’90, desesperanzado en un grunge de lamentos, con los jóvenes de hoy enfundados en celulares hi-tech, además de ser un grupo rockero por excelencia, con ínfulas de Zeppelin, Kiss o Purple. Han generado una música agradable a los oídos de gran parte del público, son canciones de rock normales y corrientes, pero al mismo tiempo únicas bajo la figura de Dave Grohl, quien ya es un personaje que trascendió a Nirvana y a su banda actual, merced a su carisma y sus incursiones interdisciplinarias. Y, como muchos coincidieron luego del show, esta visita fue completa, una buena cantidad de temas, muchos hits, con algunas ausencias en el setlist pero con varias sorpresas agradables, conexión -entre los integrantes de la banda y también entre ellos y su público- y mucha energía «de la buena». Qué se repita pronto, tal y cómo prometió el cantante poco antes de retirarse.

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Seth
Seth

Comunicador Social (UBA) y periodista, hombre de radio. Vegetariano, melománo empedernido, guitarrista, cinéfilo, fan de los '80, la filosofía y los "cuentos de terror". Seth odia los relojes y cree en la metafísica como única forma posible de autosuperación de la humanidad (?)

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