Por Mariano Aratta
Si bien el teatro no suele ser de lo que más hablamos -ni tampoco el cine o la televisión argentina-, no podemos dejar pasar la triste noticia del fallecimiento de un actor de la talla y jerarquía del gran Alfredo Alcón, considerado el mejor de la historia local.
El actor falleció esta madrugada en su casa a los 84 años, según confirmó su amigo personal Jorge Vitti. Se encontraba en intentando recuperarse de una importante operación a la que había sido sometido hace cuatro meses, aunque en su momento la «enfermedad complicada» que padecía no había sido divulgada a prensa.
Lo último que había realizado fue en el histórico Teatro San Martín de Buenos Aires: Final de Partida, la obra de Samuel Beckett. Pero desde hacía décadas se destacó en la actuación: fue protagonista de una de las películas más taquilleras de la historia del cine argentino, Nazareno Cruz y el Lobo, en 1975, bajo la dirección de Leonardo Favio. También tuvo un rol principal en los filmes Los Inocentes (1964), En la Ciudad sin Límites (2002), El Hijo de la Novia (2001), Pubis Angelical (1982), El Santo de la Espada (1970), La Maffia (1972), Los Siete Locos (1973) y Boquitas Pintadas (1974), entre otras.
Mientras tanto, en televisión también tiene un currículum extenso, siendo sus últimas apariciones en las pantallas los programas Herederos de una Venganza (2011), Locas de Amor (2004), Durmiendo con mi Jefe (2003), Vulnerables (2000) y Por el Nombre de Dios (1999), todos bajo la producción de Pol-ka, en Canal 13 de Buenos Aires.
Entre muchos otros galardones, obtuvo el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Cartagena por Los Siete Locos, y el Premio Cóndor de Plata al mejor actor por sus sendos protagónicos en Los Inocentes y Martín Fierro. En 2005 la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina le otorgó el Premio Cóndor de Plata a la trayectoria.
Se ha ido un grande. Pero el telón no se cierra.
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