La gran decepción en esta última entrega de los Oscar se la llevó David Fincher, de eso no hay duda. Es muy simple ilustrar el punto. El director, más conocido por otro estilo de cine, con películas con una fuerte carga de violencia y un mensaje pesimista como fueron Fight Club y Seven, decidió hacer todo lo que estaba a su alcance para ganar el premio y se quedó sin nada. No se asusten, a continuación voy a desgranar la receta que utilizó Fincher y que le dio malos resultados donde otros cosecharon premios a montones sin importar la calidad de lo ofrecido.
El director toma la fórmula de marketing que utilizara James Cameron en Titanic, y la fórmula narrativa de Forrest Gump, mezcla con un poquito de soda y saca un producto. Y digo producto porque el cine parece que se lo olvidó. La suma de las partes no da un todo y no logra una cohesión. Para empezar abusa de la voz en off y de los diálogos para transmitir emociones en una forma más cercana a la literatura que al cine. No cuenta lo que debe contar con imágenes y aquello que pasa con palabras pretende ser trascendente y profundo, y sólo logra ser denso y en el mejor de los casos pretencioso. Súmele a esto una intención de universalización a través de símbolos y momentos históricos apilados sin ton ni son que no aportan nada a la historia y se notan forzados (Segunda guerra mundial, Rusia comunista, lanzamiento del Apollo XI). Luego añada una pizca de Amelie para ver qué pasa, estoy hablando por supuesto de la secuencia en Francia durante el accidente del personaje de Daisy, más referencias a la Laguna Azul, y a Bradd Pitt andando en moto a lo James Dean. Y para terminar una muletilla, en Forrest Gump era “la vida es como una caja de bombones”, en Benjamin Button es “You never know what’s comin’ for ya” o en criollo “nunca sabes lo que te va a tocar”. Todo esto da un producto.
Fincher si bien es un buen narrador, y sabe dónde poner la cámara y cuando cortar, no logra transmitir emociones que no sean a través del golpe de efecto que roza o cae en el golpe bajo. Quería ganar un Oscar y puso a dos mega estrellas como Pitt y Blanchett, las rodeo de una producción multimillonaria, utilizó efectos de última generación, utilizó locaciones alrededor del mundo, pero se olvidó del cine. Y aunque las mismas fórmulas funcionaron con dos películas mediocres como Titanic y Forrest Gump, a Benjamin Button le falló.
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