Por Mariano Aratta // @gutenseth
PH: Sabrina Espeche
Los Espíritus cerraron un 2018 que fue una confirmación de todo lo bueno que vinieron prometiendo durante el año anterior y, aunque se dedicaron mucho «a girar y girar», han mantenido la mística «porteña» intacta y decidieron cerrar el año en un recinto al que aparentemente le tienen cariño y que les calza de maravillas: el Teatro Flores.
Si bien la fecha fue originalmente anunciada para el Estadio Malvinas Argentinas, ante la molesta y convulsionada agenda del G20, optaron por la mudanza a Avenida Rivadavia y, en lugar de una sola, ofrecernos dos funciones.
Entre algunos pañuelos verdes, consignas anti-gubernamentales y un ambiente que realmente nos hace sentir libres y esperanzados dentro de todo el contexto opresivo en el que vivimos este año, Los Espíritus navegaron por los Mares de su música con aires bluseros, tan latinoamericana como inclasificable en esa genuina mixtura a la que nos tienen acostumbrados desde su primera aparición «larga duración» en 2013.
No faltó casi ninguno de esos temas que, a pesar de lo reciente de su lanzamiento, ya son clásicos de la banda: La Crecida, Perdida en el Fuego, Negro Chico, Jesús Rima con Cruz, Gato Negro -con solo de percusión incluido-, Vamos a la Luna, La Mina de Huesos, Huracanes, Perro Viejo… y la lista sigue…
Mención especial para Jugo, con una conexión musical única y que pone la piel de gallina entre esas tres guitarras apasionadas, la magia de Prietto con sus efectos y su prosa tanguera barrial, que en varias de las canciones invita a la reflexión y a leer entre líneas -e inclusive a veces no tanto- la realidad que le toca al argentino promedio, que se levanta y cruza media ciudad en un tren o colectivo para ir a trabajar, apretado, en malas condiciones, a un lugar que no tiene ganas de ir, en busca de un salario que no le alcanza y para el cual tiene que volver a trabajar, haciendo extras, para consumir, comprar, en una rueda que gira y gira, esa rueda que mueve al mundo de la que hablan Los Espíritus, en una canción tan festiva que parece una liberación y que nos hace olvidar por un momento la letra que estamos cantando.
El año no terminó para la banda de La Paternal, ya que solamente se despidieron de la ciudad que es su cuna. Próximamente van a estar presentándose en Brasil, Mendoza y Chile. Para 2019 quizás haya algo de material nuevo. Lo esperamos ansiosos.
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