Por Juan Manrrique // @shinobinews
Ph: Braian Silva // Facebook
«Nada de esto ha terminado, recién comienza lo mejor. Si crees esto amigo/a ven y canta esta canción»…
Eterna Inocencia, la banda referente del Hardcore, la autogestión y la lucha social, cerró la gira de presentación de su última placa, Entre Llanos y Antigales, de la mejor manera: plasmando su primer DVD en vivo. En un Teatro Flores desbordado de pasión, Shinobi News do el presente para cantar junto a todos «esta es nuestra fiesta, este es nuestro aire».
Las risas y los abrazos resonaban en la fría noche porteña, porque aunque la invitación decía «Avenida Rivadavia 7800 a las 20″, ya varias cuadras antes -y horas- comenzaba la previa de lo que sería una noche cargada de emociones. La calidez de la amistad rompía con la crueldad del invierno, pero también se palpaba un clima tenso; porque aunque el grupo liderado por Guillermo Mármol es motivo especial de encuentro entre amigos, es para muchos otros, además, un cable a tierra, es ese lugar donde van a gritar lo que no pueden en otros lados, donde se halla la fuerza para una lucha social demasiadas veces superada por las injusticias.
Por eso fue que a las 21:15, cuando se abrió el telón con América, A los que se Han Apagado y Cuando Pasan las Madrugadas, canciones pertenecientes al disco A los que se Han Apagado –justamente del particular año 2001-, «obligaron a la tormenta a transformarse en el ojo de un huracán» desatando un pogo y un mosh furioso que no mermaría a lo largo de toda la noche.
Las siguientes canciones, Congreso y Hazlo tú Mismo, serían dedicadas a Diego Casas, fotógrafo y activista, y su obra «Los Otros Noventa» donde expone la otra faceta del neoliberalismo que devastó Argentina: la lucha de los jóvenes pero firmes movimientos anarquistas, veganos y ecologistas, entre los cuales figuran nombres como Acción Directa Noviolenta –ADN-, Grupo Autogestivo Para la Liberación Animal y Humana –GAPLAH-, y «bandas hermanas» de los anfitriones, como Os Mocos, La Banda del Cuervo Muerto y Fun People, entre otros.
Luego de una referencia hacia el escritor anarquista Rafael Barrett, ejemplo de lucha de muchas generaciones, sonarían los acordes de Barret y Las Misiones. Aquí llegaría el primer momento emotivo de la noche, de la mano de Soledad Barrett -compuesta por Daniel Viglietti en honor a la nieta de Rafael, que fue asesinada por la dictadura brasileña en 1973- recitada por Guille sobre el puente de la canción.
Viejas Esperanzas, Trizas de Vos, Encuentro mi Descanso Aquí y Sin Quererlo, compondrían el bloque Las Palabras y los Ríos, disco de 2004 con alto contenido poético, que marcó la etapa más introspectiva de los oriundos de Quilmes –«pero este es el otoño en el que más hojas cayeron»-. El público, radiante ante cada canción, tradujo esa satisfacción en rondas de pogo y coros a garganta desgarrada sobre las melodías y riffs de las guitarras de Roy y Ciri; para después descansar y deleitar sus oídos ante las melancólicas Desencontrándonos y Brisa, de la placa La Resistencia -2006-.
Eterna Inocencia, formada actualmente por Guillermo Mármol en la voz, Germán Rodríguez en batería, Alejandro Navajas en bajo, y Roy Ota y Javier Pesquero en guitarras, posee ocho discos de estudio, dos vivos y dos EP’s. Luego de una extensa gira que los llevó por toda Argentina, Chile y Uruguay presentando su última obra, Entre Llanos y Antigales -2014-, decidieron despedirse de los escenarios para adentrarse en la grabación de un nuevo disco de estudio y plasmando en el acto su primer DVD en vivo. «Nos dejan 10 minutos solos en la sala y ya empezamos a hacer temas nuevos», decían entre risas.
«¡Yo sé que vos pudiste ver hasta lo más profundo de mi ser!» le gritaban los cientos de chicos y chicas presentes, con una mano en el corazón y otra apuntando al cielo, haciéndolos responsables de ese «fuego puro» que iniciaron hace más de 20 años atrás. Ya que no sólo son la agrupación más prolífica del género: son también quienes les mostraron a varias generaciones que pueden ser realmente libres en la autogestión, y que tienen una responsabilidad política y social tanto en la acción directa contra la corrupción como en la solidaridad y el compañerismo con el pueblo. Por eso, pasadas Puente de Piedra, Tus Heraldos y Cassiopeia -en defensa y honor de la ballena franca austral-, Guille, historiador y docente, daría cuenta de su profesión con la canción Mis Maestros, sin dejar de agradecer a los suyos: Bakunin, Malatesta y Rodolfo Pacheco, grandes exponentes del anarquismo moderno.
Una vez finalizadas Entre Llanos y Antigales y La Radio Comunitaria, Mármol, mirando a una de las muchísimas chicas que con orgullo elevaban un pañuelo verde -que representa el movimiento a favor de la despenalización del aborto-, expresaría «ahora menos que nunca tenés que soltar ese pañuelo. El Senado volvió a asesinar –en referencia al asesinato de Enzo Bordabehere en 1935–. Pero no todo está perdido, Pino Solanas… ¡Qué excelente discurso!«, cosechando una ovación que se coronaría con la canción Iconoclastas, con Ale y Germán provocando uno de los pogos más duros de la noche.
El bloque Entre Llanos y Antigales culminaría con Dejen a los Cerros en Paz, Mi Puño es la Herramienta -dedicada a la Biblioteca Popular Chinaski, ubicada en González Catán-, Algarrobo, La Fuerza de Esta Música y Verano en tu Ventana, habiendo interpretado así todas las canciones del último disco en el orden del mismo y recibiendo, ante el asombro de la banda, un «¡olé, olé, olá, cada día te quiero más! ¡Eterna es un sentimiento, no puedo parar!». «¡Qué hermoso disco hicimos, gordo!», le diría Guille a Ale, emocionado.
Y no, no era momento de parar: la olla más grande y salvaje de Arte es Disfrutar lo exigía. El último bloque continuaría con la emoción a flor de piel al entonarse Las Distancias son Nada (A Veces), Beatriz, A Elsa y Juan, y Le Pertenezco a sus Ojos. Abrazos por aquí, sonrisas solitarias por allá, tal vez un llanto, o dos, o varios. Porque si alguien puede evocar la revolución son ellos, y jamás lo harían sin sentimiento, sin pasión. Porque nunca fueron una banda, sino una propuesta real que tiene más de dos décadas llevándose a cabo: «tengo en mi jardín cinco frutales que me enseñaron a ver que sus frutos son consecuencia del trabajo colectivo, la paciencia y el amor».
«Hace diez años atrás estábamos cantando Weichafe Catrileo, que significa Guerrero Catrileo en lengua mapudungún, en honor a Matías Catrileo Quezada que fue asesinado por los carabineros en una represión hacia los mapuches. Esos mismos ríos araucanos que nombramos en la canción fueron los que nos entregaron el cuerpo de Santiago Maldonado. ¡Por eso ahora también va a llamarse Weichafe Maldonado!», expresaba una voz quebrada, un poco por el dolor, otro por la emoción de ver que esa pérdida no había sido en vano.
El cierre, con todo el mundo abrazado saltando y entonando «¡vamos, mi vida!» –Nuestras Fronteras– casi rozando la disfonía, arribaba luego de 31 canciones. Una breve pero fraternal despedida desvanecía a los Eternos entre los telones mientras que el público, exhausto pero enaltecido, aguardaba por un poco más. Porque esta es la verdadera rebeldía, la revolución, porque esto es arte, y se disfruta como tal. Que el rock lo flasheen otros.
A continuación, les dejamos el álbum de fotos de la velada:
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