Por Nahuel Dominguez // @shinobinews

El Teatro desde el minuto cero era un infierno, demasiado calor y humedad. Sin embargo, para los fans esto no iba a significar una excusa para pasarla mal y más porque estaban por ver por primera vez a los Gimme Gimmes. Poder presenciar un desfile de remeras de Bad Religion, Millencolin, Ramones, Nofx y Rancid, entre tantas, te dejaba bien en claro que estabas en el lugar indicado. Birras por acá, fernets por allá, el alcohol circuló en todo momento. Arrancaban los Gimme Gimmes y una noche inolvidable tanto para ellos como para el fan porque el lugar estaba hasta las pelotas y sediento de Punk Rock californiano del bueno.

Estéticamente el show fue impecable. Spike Slawson -cantante- con su característico carisma y look a lo Saul Goodman, fue el anfitrión de la noche. Un showman hecho y derecho que hizo magia con el tiempo entre canción y canción porque sino la noche se terminaba en media hora. Algo que a la gente poco parecía importarle de lo felices -y en pedo- que estaban. Entre tema y tema, cada uno de los fans estaba en la suya mientras chamuyaban entre amigos hasta que arrancaba la próxima canción. Muy lindo mambo y vibras se respiraban desde el campo.

Spike habló bastante en castellano con un muy buen acento y fue presentando poco a poco las bombas que hicieron que el campo explotara. Entre ellas: Uptown Girl, I Believe I can Fly, Jolene y… todas, los Gimme Gimmes hicieron delirar a los espectadores. Cada tema se festejaba como si fuera el último. Gente de unos 25-30 para arriba bailando, cantando y pogueando. Los de seguridad de la valla se cansaron de atajar y sacar gente del campo.

No se podía creer lo igual que sonaban en vivo a los discos. “Don’t Cry for me Argentina” hizo vibrar las paredes y el pogo reventó al ritmo de la bata de Dave Raun. Otro momento difícil de olvidar fue cuando Spike trajo el ukelele y se cantó un Crazy for You. El resto de la banda se puso a sacar selfies, filmar y bailar por el escenario mientras el frontman se cargaba el show solito. Fue el lento de la noche y siguió con un emotivo I Believe I Can Fly que estalló ni bien llegó el estribillo.

En esta primera visita para la banda, claramente quedaron demostrados los huevos que tiene Argentina como hinchada ¿En qué otro país pueden estos tipos volver a vivir un show así de manija? A excepción de Carilú, de Los Panchos, la gente se coreó la vida en cada tema. No faltó el folklore argento con el “olé, olé, olé, olé” y las puteadas a nuestro presidente #PorqueNoHayPorqué. La felicidad era lo que sobraba y los aplausos no se mezquinaron. Una mágica velada llena de clásicos, amigos y Punk Rock.