Por Odin // La isla del Dr. Odin
PH: Carla Guasconi
Bienvendos al banquete blasfemo. El pasado viernes a la noche, el local ubicado sobre la calle Guardia Vieja vivió una auténtica noche de Black Metal rápido, brutal y diabólico.
En primer turno estuvo Nargaroth que, comandados por Ash en voces, brindaron un set salvaje y sin respiro. Sin mucha interacción con el público, se dedicaron a lo suyo que es -literalmente- patearnos el cráneo con sus blast-beats y riffs disonantes.
Entre las canciones que sonaron destacamos Possessed by Black Fucking Metal, Seven Tears are Flowing to the River y War, cover de los polémicamente legendarios Burzum.
Para el segundo turno, una fiesta. Y es porque, si bien hay muchas bandas que al venir a nuestro país no traen su espectáculo completo por una cuestión de costo, este no fue el caso de Belphegor.
Cruces invertidas «manchadas de sangre» -no se preocupe, señora. No es sangre real-. un cráneo de animal como pieza central, toda la parafernalia.
Pero esta banda no es sólo eso, sino que también es un apabullante ejército de Metal Extremo, con temas como Lucifer Incestus, The Devil’s Son, Gasmask Terror. Los austríacos no dejaron títere con cabeza, fue un show sencillamente demoledor. Y destacamos especialmente la diversidad vocal de Helmut quien pasaba de la voz limpia y grave al chillido desgarrador tan característico del género.
Como nota final, tenemos dos notas de color -negro, obviamente-. Primero, que ambas bandas vinieron con mayoría de músicos sesionistas ya que Nargaroth es un proyecto prácticamente unipersonal de Ash y Belphegor es un dúo compuesto por Serpenth en Bajo y coros y el ya mencionado Helmut en voz y guitarra.
En segundo lugar, hay que destacar la extrema gentileza que tuvo Ash con el público que se había acercado al show. A pesar de estar visiblemente molesto con que la muchedumbre se le amontone casi encima, personalmente se ocupo de sacarse fotos y/o firmar autógrafos para cada una de las personas que estaba esperándolo a la salida.
Ni el sofocante calor, ni el cansancio, ni estar apretado por la muchedumbre, pudieron evitar que quedásemos poseídos por el Black fucking Metal. ¡Hasta el próximo ritual!
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