Por Leon Seb // @leon.seb
PH: Popi Garrido // www.flickr.com/photos/
La ciudad viene con un paisaje incendiado. Creo que todos somos conscientes de eso y empezamos a sentir como Buenos Aires se transforma en un Sahara a plena luz del sol. A la noche, ya refugiados del calor y de los líos, fuimos el 13 de diciembre a presenciar el show de Muerdo en La Tangente.
Muerdo –Pascual Cantero-, o para los conocidos Pasco, es un artista español que narra poesía en forma de canción. Si quisiéramos hablar de un género, tendríamos que decir que es una simbiosis entre reggae y rap con influencias flamencas y latinas. Es mejor escucharlo que intentar encuadrarlo en uno o dos estilos. Sus letras se narran entre el rap y la poesía, abarcando desde temáticas emocionales y socioculturales, hasta incluso políticas. Ya teniendo tres discos en su carrera, el artista presentó su último trabajo –Viento Sur– que fue el que le dio más reconocimiento hasta el momento.
Con una alta congregación de espectadores, su presentación que en principio era única se extendió a tres más, dando un total de cuatro fechas en su mayoría logrando sold out. A pesar de una larga espera, la gente no se impacientaba. Con La Tangente casi llena, había un aire de risa y calma muy propio del palo del artista.
El comienzo no lo dio Pasco, si no dos bailarines de malambo con boleadoras y bombo legüero. Ambos bailarines, una mujer con el bombo y el hombre con las boleadoras, mostraban una gran habilidad de baile que pocas veces tenemos oportunidad de ver.
Como el disco Viento Sur comienza, así se presentó el cantante murciano junto a la guitarrista Chipi. Una introducción de dialectos que abría paso al tema Claridad. Con el acento característico de su país, iba endulzando el aire mientras que la gente le coreaba entre estribillos y versos. Había una interacción constante entre ambos, él cantaba, la gente contestaba; hasta a veces se terminaban las frases entre ambos. Así como él, la gente bailaba y se abrazaba.
A veces relatando alguna historia, buscaba dejar frases poeticas y reflexivas para seguirla de guitarras y cantos. Como una payada o una improvisación, mostraba sus raíces y la fusión de los estilos musicales más actuales. Rotando entre bombo legüero y guitarra, y a veces solo cantando, hizo un acústico completo y casi interpretativo con improvisaciones y despliegues. Tanto así como cantar temas entre la gente, bajando del escenario y caminar dándole la vuelta a toda La Tangente, versionando los temas a una cantata con tintes de flamenco como Canto pa el que Está Despierto, Volver –de Carlos Gardel– y Todo es de Color de –Lole y Manuel-. También tuvo invitados como Lola Membrillo de Perotá Chingó para cantar Semillas, de quien contó con su colaboración en el segundo álbum Tocando Tierra, y Chacal, sonando luego Amor al Amor de El Chacal & los Alpes Floreados.
Entre su lista de canciones, habló un poco de su nuevo trabajo y presentó una inédita que estará en su siguiente disco, pero no dio información sobre cuándo saldrá. Por otra parte, la guitarrista Chipi presentó un tema con el que se llevó todos los aplausos y los bailarines se presentaron un segunda vez demostrando un zapateo de malambo.
Casi siendo las dos de la mañana, fue dando el cierre entre temas como Lejos de la Ciudad y La Canción de la Carretera. La gente pedía un encore y no se hizo esperar, ya que volvió tocando un tema de Chicho Sánchez Ferlosio, Gallo Negro, Gallo Rojo que incluyó improvisaciones y cantos con el público.
Una noche que terminó apaciguando las aguas de una ciudad agitada, como la bajada de cambio de una rutina acelerada. Así fue Muerdo después de cuatro fechas seguidas en el activo barrio de Palermo.