Review: Barco en Niceto Club (28-10-2017)

Review: Barco en Niceto Club (28-10-2017)

0 comments 📅01 noviembre 2017, 19:06

Por Juan Manrrique // @shinobinews
PH: Day Soria / Tumbrl

«Crucero del tiempo»

El pasado sábado, en un Niceto Club colmado, zarpamos en una travesía sideral subidos a la proa de Barco. Timoneado por Alejandro Álvarez –hijo de Jorge Álvarez, ex baterista de la legendaria banda Suéter-, nos dejamos conducir a través de una alegoría al Pop Rock nacional de los ’80. Fiesta, baile, invitados sorpresa y más, de la mano de Day Soria y Juan Manrrique para Shinobi News.

Eran las 21 y un Palermo cálido ya enseñaba un paisaje repleto de figuras variopintas con melodías de fondo de toda índole. Una noche adornada con texturas primaverales, como salida de la metáfora de una canción de GIT o Soda Stéreo. Muchas se refugiaron en la profundidad de una cueva oscura y fría conocida como Niceto Club, como a la espera de una revelación o una salvación, que arribó a las 22 puntual con un show estroboscópico de luces y sonidos llamado Barco, abriendo con Bien Ahora Sí -indirecta respuesta a la impaciencia de su público- y Era Es Será, ambos de su última placa de estudio del mismo nombre -nominada como Mejor Álbum Grupo Pop por los Premios Gardel– . La estética, como si de un paralelismo con su música se tratase, partía de una fusión de diversas corrientes. Y no conformes, la actitud también exhalaba ese aroma a viaje en el tiempo, con un cantante que parecía una combinación entre la pasión y alegría de Miguel Abuelo y los movimientos sugerentes de Axl Rose -sin mencionar un particular color de voz con aires al del legendario Gustavo Cerati-.

Un público desbordado con un «olé, olé, olé» y un Barco rompiendo una ola New Wave con Antes del Desmayo, que en 2013 también le dio nombre a su primer disco de larga duración. La idea es ambiciosa pero difícil, no sólo incluye una combinación de líneas musicales sino también la comunicación entre la iluminación y el sonido. Y gran parte de esta ardua tarea recaerá sobre los hombros y arreglos de Ramiro Cremona, que pasará de los sintetizadores a la percusión, sin dejar de lado las programaciones, con la fluidez de una embarcación sobre un mar calmo.

El Recuerdo y Especial XXI prepararían la atmósfera para Creo que no Llueve Más y Órbita, destacadas por el detalle característico que sólo pueden proporcionar los «vientos». Con Javier Zacharías en saxo y Valentino Salami en trompeta, Barco recibiría un vendaval que los llevaría a exóticas aguas, consolidando una exquisita impronta sensualmente minimalista. Un público extasiado ya no podía dejar de bailar, había sido presa de ese canto de sirenas y estaba listo para ser devorado.

Y fue luego de Sobre la Superficie y Atravesarnos single de 2015-, con un nuevo invitado sorpresa, que se llevó a cabo la masacre: un Emmanuel Horvilleur y Álvarez voraces engulleron a los espectadores al ritmo de Soy tu Nena. Insatisfechos arremetieron con Eso es Amor provocando a los presentes diciéndoles «esto es amor… ¿o están confundidos?» mientras cadenciaban su pelvis. Álvarez tenía libertad completa de movimientos ya que para este show relegaría su rol en la guitarra a Fabricio Bordolini.

Había que dar un respiro y Los Dos en el Taxi ofrecía eso, aunque sobre el cuerpo mojado de alguien más. Para reforzar las altas temperaturas regresaría el saxo, y para reforzar el mensaje llegaría Bronce. Afianzados en la solidez de la batería de Francisco Álvarez -hermano de Alejandro– y el groove del bajista Justo Scipioni, consolidando una base Funk impecable, los demás integrantes podían dejarse llevar por pasajes psicodélicos y atemporales.

Después de ejecutar las dos piezas que componen su primer EP, Ultraliviano -2011-, volverían una vez más los vientos para adentrarse en la última etapa del show con Buen Trato y El No Lugar. La gente no dejaba de bailar, de corear los estribillos, no podía aceptar que todo estaba finalizando, y lo dejaron bien en claro cuando los Barco se marcharon por un breve instante. Elevando la marea consiguieron que Álvarez retornara y, por pura casualidad, tal vez un poco en chiste, un poco en serio, comenzó «a capella» Mirada Speed de Virus acompañado por todos los fans. A más de uno se le pudo ver ese brillo en los ojos, esa mezcla de emoción y nostalgia, de tristeza y alegría. El resto de la banda se uniría a los segundos para entonar No te Guardes Nada, y todos lo tomaríamos demasiado literal.

El recital había concluido pero nadie deseaba marcharse, ni la banda, que se despidió casi obligada pero surfeando alegremente al ritmo de Last Train to London, mientras nosotros, náufragos y sedientos -pero satisfechos-, nos íbamos a «bailar al mar».

Para finalizar una noche impecable, les dejamos un poco más del material fotográfico de Day Soria, en especial para Shinobi News desde nuestra fanpage en Facebook:

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