Por Nahuel Dominguez // @shinobinews
PH: Agata Alvarez // Facebook – @agataalvarez1
Nuevamente Shinobi News visitó El Teatro de Flores para un show internacional y al ingresar al recinto ya se podía aprecia la imponente postal que había, desbordando de gente, un hormiguero a punto de explotar. No hacía falta mirar mucho, ni bien entrabas sabías que estabas en el lugar indicado: camperas de cuero con tachas, botas, remeras de rock, birras por acá y por allá, padres que venían con sus hijos para continuar con el legado y las minas más lindas: «las hardrockeras«. Si parabas la oreja un toque hasta escuchabas a fans que seguían a la banda desde otros países. La escena también albergaba fanáticos que se vinieron con muletas y hasta uno en silla de ruedas. Nadie se lo quería perder, así era la manija que se sentía minutos antes de comenzar el show. Airbourne aterrizaba en tierras argentinas por primera vez con su disco Breakin’ Outta Hell, listos para rockear la noche.
La música de Terminator 2 abrió el show -como ya es costumbre para la banda-, seguido por un explosivo Ready to Rock. Era El Teatro de Flores pero parecía que estabas en el estadio de River Plate -el que estuvo ahí lo puede corroborar-. Pocas veces sentimos tanta energía en un lugar tan chico. Salieron enchufados a 220w. Desafortunadamente, al momento de cantar, el micrófono de Joel no se escuchaba, pero poco importó debido a la arrasadora energía de la banda. En medio del tema extendieron un riff mientras cambiaban el mic. La gente aplaudía y coreaba a todo pulmón, lo que hacía que nos sintamos como en la cancha. El aguante que tuvo el público fue algo pocas veces visto. Cuando se pudo escuchar por fin la voz, la gente terminó de enloquecer. Después de un recibimiento así ya se podía decir que los australianos se sentían como en casa.
El show siguió y en el segundo tema hubieron más problemas técnicos en el micrófono. Joel paró la canción porque no daba seguir así. La gente estaba re caliente a esta altura: «¡Qué lugar de mierda!», «¡Echalo!», se podía escuchar de fondo entre los silbidos. Una vez que estaba todo listo, volvieron a arrancar Too Much, Too Young, Too Fast, pero con mucha más furia que antes. El campo no daba más, no paraban de saltar y ahora con más ganas que antes. Joel se paseaba por todo el frente soleando e interactuando muchísimo con la gente. Es increíble lo que este hombre hace arriba del escenario. Es como el hijo que nunca tuvieron Angus Young y Bon Scott. Todo en un mismo tipo, te canta, te solea y te da un show de puta madre.
Los cuernitos, las air guitars, el pogo, la gente en hombros que se veía cerca del escenario eran parte de la postal de la noche. Si los coros no se escuchaban por problemas de sonido, no importaba, la gente los hacía. Pocas veces vimos tanta empatía del público con una banda. Era como ese grupo humilde de barrio que bancás a muerte. Con respecto a lo que pasaba arriba del escenario, el otro guitarrista –David Roads– y el bajista –Justin Street– corrían por todos lados sincronizados, cambiando de puntas a cada rato. La estrategia era perfecta, te entraban por todos los sentidos. Joel por su parte era adrenalina pura, se subió a la valla y se reventó una lata de birra en la cabeza. Sí, como estás leyendo. Se cansó de tirar birras al campo, no le importaba nada, la venía a pasar bien con sus nuevos amigos. Era un espectáculo con toda la pila, no se apagaban más estos muchachos. Eran la viva imagen del Rock and Roll.
Joel hasta se dio el gustito de incitar un pogo en el campo. A esta altura era un mar embravecido, el agite no paraba, los de seguridad no se cansaban de sacar gente haciendo smosh. El teatro coreó «¡Ar-gen-tina, Ar-gen-tina, Ar-gen-tina!» mientras la banda mostraba orgullosa la bandera que los fans contrabandearon adentro del lugar. La noche se estaba terminando, Joel le preguntó a la gente si querían una más y así arrancó el tema que todos esperaban: Runnin’ Wild.
Las once canciones fueron un palo y a la bolsa. Sin vueltas, con el espíritu que uno veía por sus videos de YouTube. Una noche que seguro nadie olvidará hasta la próxima vez que vuelvan estos monstruos del rock.
Una vez más, mil gracias a Ágata Álvarez por compartir las fotos para esta nota.
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