Por Mariano Aratta // @gutenseth
Ph: Shimenta
Utopians es una banda extraña. Con un sonido que claramente no es la moda del momento, rondando la New Wave y el Post-Punk ochentoso -debido a la influencia de varios exponentes del género, como ellos mismos afirman-, pero con un toque clásico de sonido nacional y una mujer al frente que brinda una mixtura entre descontrol y dulzura -más aun si lleva a cuestas un embarazo-, generando como resultado de ese cóctel un sonido arrollador sin ser metaleros.
Arrollador. Esa es la palabra. Sin embargo, si escuchaste el nuevo disco de la banda, Todos Nuestros Átomos, que presentaron el viernes pasado en Vorterix no vas a tener la misma sensación. Utopians es una banda que se potencia en el vivo, sin dudas. El disco, muy producido -en el buen sentido del término, que remite a los arreglos y los efectos cuidados, parte esencial del ADN ochentoso que Utopians lleva en su cuerpo- es de una prolijidad absoluta. Lo mismo vale decir para todo su material discográfico, que ya lleva cinco capítulos en su haber. Los arreglos de guitarra, el bajo bien presente, todo eso se reproduce en vivo pero con mucho más poder. Gustavo Fiocchi tiene una nave espacial de pedales que hacen que su guitarra suene como una motosierra o como un sintetizador según la intención del tema. El uso del reverb y del chorus está justificado en cada compás de las canciones en las que lo utiliza. Por su parte, Mario Romero toca un bajo bien activo, con púa, a la usanza del sonido del cual mamaron estos muchachos que están gozando del momento de mayor popularidad en su carrera.
Ese sonido tan característico de una época lo traen al presente mezclado con algo nuestro, autóctono, una suerte de candor Punk y argento que, justamente, está en la evolución de esta banda y en esa vuelta de tuerca que le encontraron a su música hace tantos años ya, cuando dejaron de cantar y componer en inglés para hacerlo en nuestro idioma. Canciones como la pesada y pogueada Todo lo que Tengo -una de las últimas de la noche-, tranquilamente podrían haber sonado en Cemento hace 25 años. Pero no nos adelantemos…
Alimaña y Tren de la Alegría fueron las encargadas de abrir la noche del viernes y, como veníamos diciendo, el comienzo fue «con todo»: salieron a escena con una potencia descomunal, alucinados, con un Gustavo encendido corriendo por doquier y un Tomás Molina Lera marcando el pulso desde una batería prendida fuego. Como bien nos contara Barbi Recanati en la entrevista exclusiva que brindó hace pocos días a este medio, la incorporación de Tomás brindó un nuevo aire a la banda y un resurgir de la energía. El beat acelerado siguió con ese clásico «utópico» que reventó en el primer mosh de la noche: Trastornados.
La del viernes en el Teatro Vorterix fue una noche colmada de sorpresas, con invitados especiales que trabajaron en la grabación de Todos Nuestros Átomos -incluyendo a la sección de vientos para el tema Reflejo– y un repaso por las canciones que todos querían escuchar como Estación, Algo Mejor, Gris, Allá Voy y las versiones de clásicos que muchas veces Utopians nos supo regalar: Algo ha Cambiado de Pappo’s Blues -con Gustavo en voz- y el pogueado y rabioso Estallando Desde el Océano, de Sumo en el original, con Hernán Rúpolo de Octafonic en guitarra tanto o más rabiosa que la de Gustavo.
En el medio de todo esto hubo estrenos del nuevo disco: además de los mencionados temas sonaron Lo Tuyo, Maravilla, Los Ríos, Uhh y Funeral, todas de su última placa. Al final, no hubo más que agradecimientos desde arriba y abajo del escenario. Habrá que esperar un tiempo para que Utopians vuelva a escena con algún show potente y larga duración. A Barbi la esperan meses de pañales y otros menesteres. Ya veremos como sigue esta historia, seguramente todavía habrá mucha música de este cuarteto que cada día suena mejor, pero eso será en otro capítulo…
Compartimos para todos el álbum de fotos de este evento, de la mano de Shimenta desde nuestra fanpage de Facebook.
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