Review: Tomorrowland

Review: Tomorrowland

0 comments 📅01 junio 2015, 18:37

Por Mariano Aratta
@gutenseth

Cuando aparece el logo de Disney al principio de un film pueden suceder dos cosas: o la película es impresionante, o bien se convierte en algo edulcorado, sin sabor y naif. En este caso, Tomorrowland está más cerca de lo segundo que de lo primero. No obstante, este largometraje de Brad Bird, director que revitalizó la franquicia de Misión Imposible y nos entregó dos clásicos de PixarLos Increíbles y Ratatouille-, deja algunas moralejas que merecen ser compartidas y que hacen que la película no se convierta en un largo bostezo. Ya cantó John Lennon sobre «ser un soñador pero no el único» hace varias décadas. Y Tomorowland está pensada, al fin y al cabo, para quienes no quieren darse por vencidos ni aún vencidos y que tienen la esperanza de que un mundo mejor es posible. Y si es un niño o un adolescente, mejor todavía. Este es el mensaje central del film: no bajar los brazos nunca jamás.

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El film sigue la historia de Casey NewtonBritt Robertson-, una joven idealista que, por intermedio de un misterioso pin que aparece entre sus pertenencias, tiene la oportunidad de ver un lugar diferente a todo lo que conoció antes, un futuro donde la tecnología construye y no daña y donde las personas tienen como principal objetivo crear nuevas cosas para mejorar su calidad de vida, en un ambiente armónico y feliz. Para poder volver a esa enigmática ciudad, Casey busca la ayuda de Frank WalkerGeorge Clooney-, quien al principio es muy reacio a prestar colaboración, pero con la intromisión de una robot llamada AthenaRaffey Cassidy– se alinearán los tres para salvar a la Tierra de su propia extinción. La razón por la que Walker no tiene muchas ganas de participar es porque él ya había vivido en ese «mundo», entre 1968 y 1984… mundo del cual fue deportado por el despótico Gobernador NixHugh Laurie, otro de quien esperábamos más, bien lejos del Dr. House-.

La trama abre muchas líneas y en un momento eso marea un poco. Uno espera ver Ciencia Ficción, pero arranca como comedia ingenua, al estilo ochentoso. La protagonista técnicamente es el personaje interpretado por Robertson, pero Clooney encarna a alguien mucho más interesante y a quien el filme le dedica gran parte de su tiempo. Los primeros quince minutos son un flashback a la infancia de Walker que debió ser mejor explotado, pero luego su historia es desechada por la de la adolescente conflictuada, únicamente porque su versión es «la más optimista» de las dos -estilo Disney, nada negativo debe ser mostrado-. Nunca logramos entender como el personaje de Clooney, el niño más entrañable de la historia, se convirtió en su contraparte adulta amargada. Se nos dice que en algún punto dejó de soñar, pero nunca vemos porqué sucedió, lo cual termina por afectar el tercer acto de la historia, en el que juega un papel importante para su resolución.

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Amén de tener varios pasajes de puro marketing para la nueva Star Wars que se estrena a fin de año, también de la factoría Disney, en algún punto de la historia hay un grupo de robots que persigue a los protagonistas que parecen ser un cruce del Agente Smith de Matrix con Terminator, pero salpicados de edulcorante. Cuando estos robots desaparecen, la diversión también lo hace. De pronto, Casey y el grupo tienen que llegar a Tomorrowland pero no hay nada que los obligue a hacerlo.

A lo largo de la película hay «chispazos» de una idea que mejor desarrollada hubiera convertido a Tomorrowland en una franquicia para hacer secuelas y precuelas a granel. Lo más decepcionante es que nos quedamos con ganas de ver más de esa ciudad futurista ya que por los trailers imaginábamos que pasaríamos más tiempo en ese fascinante mundo, pero más de la mitad de la historia transcurre en el mundo real. Este mundo podría ser un éxito de taquilla distópico, pero se convierte en todo lo contrario: una utopía de un mundo con esperanza y un futuro perfecto, optimista y feliz, mucho blanco puro, nada de obsolescencia programada, nada de dictadores ni de mundos orwellianos. Inclusive en una escena se hace referencia a 1984, Un Mundo Feliz y Fahrenheit 451, tres clásicos distópicos de la época de la Guerra Fría, clara contrapartida a Tomorrowland, donde todo brilla en perfección -detalle de color al margen, el año en que Walker es expulsado de la ciudad es 1984, todo un mensaje al respecto-.

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En síntesis, la única manera en la que Tomorrowland podría ser más Disney, sería si la cabeza supuestamente congelada del mismísimo Walt Disney saliera en alguna escena. No es una película decepcionante en el sentido visual, el argumento divierte, pero no cumple con lo que promete, no es apasionada ni convincente en ningún sentido. A pesar de tener mucho para contar, se queda a medio camino sacrificando la narrativa en pos de la acción. Por eso, es una película bienintencionada y nada más, que pasará al olvido en algún futuro cercano, sobre todo en un año de tanques hollywoodenses como este 2015.

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Seth
Seth

Comunicador Social (UBA) y periodista, hombre de radio. Vegetariano, melománo empedernido, guitarrista, cinéfilo, fan de los '80, la filosofía y los "cuentos de terror". Seth odia los relojes y cree en la metafísica como única forma posible de autosuperación de la humanidad (?)

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