Es sabido que la frontera entre México y EE.UU. es territorio de disputa y que cientos de mexicanos son expulsados hacia su país todas las semanas, de la forma más violenta. Y aunque la experiencia es común a muchas regiones del mundo, del borde de México para abajo está esa zona llamada América latina, y todas estas migraciones y exilios forzados son parecidos y nos enlazan en comunión.
Por eso es que la muestra que se exhibe en la Fundación OSDE (Buenos Aires), llamada “Arte tejano. De campos, barrios y fronteras”, tiene verdaderamente peso regional, toca de cerca.
La exposición es acerca del arte de una cultura especial y específica, conocida como “chicana”, pero también como “tejana”, “mexican”, mestiza y mexicana-americana. Formada por los mexicanos y sus descendientes –habitantes del sur de los Estados Unidos, allí, en el estado de Texas–, su identidad más profunda tiene que ver con varias cosas, como por ejemplo la herencia española e indígena y su mezcla con los cowboys, entre otros factores.
Todo esto puede observarse en los trabajos que se muestran actualmente en la exposición: desiertos, cactus, urbanismo, racismo. “La exposición tiene carácter político”, afirma Cesáreo Moreno, curador de la muestra y del Museo Nacional de Arte Mexicano de Chicago. “Toca el tema de los migrantes indocumentados y la pérdida del territorio cultural.”
La exhibición se compone de grabados, serigrafías producidas en el taller Serie Project y viñetas sueltas de un proyecto historietístico. Pero el punto de esta exposición está, más que nada, ubicado en el plano que menciona el curador, el plano político: es un gesto terriblemente fuerte exponer, a través del arte, problemáticas inmigratorias de un pueblo que fue –y es–, sojuzgado y discriminado en otro pueblo que, como el nuestro, no se priva de prejuicios, manifestaciones y actos racistas.
Un chico latino boxeando (“Round 10”), la “Guerrillera”, “Se la llevó el diablo” y “Q-Vo-Way (Cubo güey)”, son sólo algunas de las muchas obras que se exhiben. Están llenas de la iconografía propia de la cultura mexicana. Como por ejemplo, elementos del catolicismo –corazones santos, la Virgen de Guadalupe–, “esqueletitos” bailando –por el Día de los Muertos–, el Alamo –fecha histórica– o los pachucos o cholos modernos de Texas, además de dioses mayas y aztecas. Las obras tiene en común la técnica serigráfica y una paleta de colores fuertes. También una gran presencia de la figuración, en especial de la figura humana; elementos plásticos de la gráfica, como la línea de contorno de las formas y colores muchas veces en planos plenos.
“Nosotros vivimos una negociación cultural cotidiana que es, a veces, como vivir con un pie en México y otro pie en los Estados Unidos. Hablamos inglés, somos bilingües; comenzamos una frase en inglés y la terminamos en español, y viceversa. Y así es la Historia”, agrega Moreno.
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